La primera y principal cualidad que creo que debe tener la persona que gobierna un país, nación o provincia, es la de su capacidad de amar: amar a su tierra y, sobre todo, querer a los habitantes que la conforman.
No se me ocurre casi ningún gobernante en el mundo que cumpla con esta premisa. Por eso, uno echa de menos que no haya en el poder personas con el corazón de la activista pro Derechos Humanos saharaui Aminetou Haidar, que, pese a ser constantemente humillada, sigue luchando por su tierra y por sus conciudadanos.
La señora Aminetou Haidar destila amor por los cuatro costados, y ni que decir tiene que sería una magnífica presidente, no sólo de un hipotético libre Sáhara Occidental, sino de cualquier otro país del mundo.