El Consejo de Ministros aprobó ayer el proyecto de Ley de Economía Sostenible, un proyecto de nombre tan ambicioso como sus objetivos pero que no acaba de convencer a nadie, por lo menos en estos primeros compases. La ley es tan amplia que corre el riesgo de abarcar mucho y apretar poco. El objetivo esencial del proyecto es abordar el prometido cambio de modelo productivo -desterrando el ladrillo como base del crecimiento económico para apostar por fuentes más sólidas como la industria y la innovación- con una atención especial a la conjunción con la política social y medio ambiental, una meta necesaria, loable sin duda, pero que dadas las circunstancias suena casi a cuadratura del círculo. Los más benévolos ayer con el proyecto apuntaban que el Gobierno ha aplazado para más adelante los puntos que podían resultar más decisivos, es decir, los relativos a la reforma educativa, laboral o las líneas maestras de la política energética -los objetivos de la norma apuntan a 2020-. Los más escépticos, ven en este texto una suerte de cajón de sastre cuyas herramientas más llamativas -los fondos de inversión local y los créditos del ICO- ya están funcionando. Por otra parte, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tiene últimamente mala suerte y los acontecimientos atropellan su gestión. Ayer le ocurrió algo así, coincidiendo la aprobación ejecutiva del proyecto con la publicación de un artículo en The Economist que califica a España de "nuevo enfermo de Europa". Apunta esta revista que la tasa de paro española sólo es superada por Letonia dentro de la UE, un claro ejemplo a su juicio de que la economía española se "emborrachó del ladrillo" provocando posteriormente su entrada en la recesión en una posición previa de debilidad que le hará salir más tarde de la crisis que al resto de vecinos europeos. Ésta puede ser una de las claves de la fría acogida a la gran iniciativa económica de Rodríguez Zapatero, que la evolución de los datos económicos en los últimos tiempos y bajo su gestión no dan pie a grandes confianzas, aun asumiendo que la vorágine de las crisis económica es mundial. El proyecto presentado ayer puede ser un paso en la buena dirección, lamentablemente la evolución de este último año no invita al optimismo.