A Juan Franco (Zaragoza, 1962) su relación con Pamplona le viene de lejos. Y su currículum impresiona. Espoleado por Emilio Huerta Arriba, doctor en Economía y antiguo decano de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), se incorporó a principios de los años 90 como profesor ayudante. Más tarde fue decano de la Facultad de Economía y vicerrector de Relaciones Internacionales, en ambos casos en la UPNA. También ha sido director general de Desarrollo Internacional del Gobierno de Navarra y director general del Presupuesto. “Mi carrera profesional fue evolucionando y posicionándose. Como además me encanta Pamplona, yo estaba feliz”, cuenta Franco. Ligado principalmente a tareas de gestión administrativa, su sorpresa fue mayúscula cuando hace tres años, ya jubilado, Ramón Reyes, presidente de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), lo llamó para que encabezara la delegación navarra de la entidad. Al parecer, su perfil era idóneo para el puesto. Juan Franco, que le da a todos los palos, ha ocupado varios cargos en el sector bancario y publicó en 2021 una novela histórica titulada El grito del fuego.

¿La asociación cubre una faceta altruista en su vida?

-Sin duda. Cuando acabó mi etapa en la Dirección General del Presupuesto (2011-2015), que fue muy intensa, y me reincorporé a mi plaza como profesor, ya empecé a pensar dónde y cómo podía ayudar y aportar algo. Al principio, mi idea era prestar una ayuda de una manera más directa.  

"Necesitamos más recursos y avanzar más rápido, pero soy optimista”

¿Diría que llegó al cargo un poco por casualidad? Carecía de una vinculación con AECC y, por su experiencia profesional, tal vez encajaba mejor en alguna oenegé de ayuda al desarrollo.

-No lo sé. Desde que está Ramon Reyes al frente, él ha intentado que los presidentes de las distintas juntas regionales tuvieran un perfil más de gestor. Así que hasta donde yo sé, les llegó mi currículum, les gustó y me llamaron. Fue una casualidad, pero un poco dirigida.  

¿Cómo lo convenció Reyes para embarcarse en el proyecto? ¿Cuáles fueron sus palabras mágicas?

-Antes de juntarme con Ramón, tuve que realizar varias entrevistas con personas de distintas áreas y cargos de la asociación. Me di cuenta de que estaban buscando a alguien que tuviese un papel más centrado en la gestión y en la representación. Ramón es un grandísimo personaje; es muy majo y válido. Una persona con mucho magnetismo. Sus palabras mágicas fueron algo así como que hay veces que no puedes decir que no a algunas cosas. También me dijo: “Te necesitamos aquí y eres la persona que queremos”. Pues adelante. 

¿Cuál es la lección más importante que ha aprendido en estos tres años?

-Ha habido varias lecciones. Yo nunca había estado al cargo de la gestión de una asociación sin ánimo de lucro. Sí que conocía cómo funcionaba el ámbito privado y el público. Mientras que las empresas se rigen por la ventas, en este tipo de organizaciones los indicadores no son tan claros y resulta importantísimo definir correctamente el rumbo y no alejarse de él. Porque llegan muchas iniciativas que son interesantes, pero que no todas tienen cabida; principalmente, por una cuestión de tiempo. 

¿Qué o quién marca el rumbo?

"Hay tantos cánceres como pacientes”

-En este caso, siempre te lo marca el paciente. Tenemos que intentar mejorar la calidad de vida del paciente, tener los objetivos fijados y no desviarnos ni un milímetro para llegar a buen puerto. Como gestor, debo tener claro cuál es el rumbo y creo que vamos avanzando en la buena dirección.  

¿Cuál sería esa dirección?

-Mejorar la vida de los pacientes y sus familias en Navarra. El mejor cáncer es el no cáncer. Dedicamos grandes esfuerzos a impulsar la investigación, gracias a la cual muchos tumores que en otras épocas tenían un pronóstico fatal hoy ofrecen esperanzas reales de supervivencia. Apostamos también por la prevención del paciente; promovemos una vida saludable, que se practique deporte. Y a todo ello, debemos añadirle la atención psicológica que realizamos, las ayudas económicas, el servicio de fisioterapia, la atención sobre la alimentación, el servicio de ayuda a domicilio para las personas dependientes… 

¡Guau! Apoyo perruno en la XI Marcha Contra el Cáncer


Si la edición del año pasado fue la de la consolidación de una marcha que tiñe de verde las calles de Pamplona, la XI Marcha Contra el Cáncer, que se celebra el próximo domingo 15 de junio a partir de las once de la mañana, se impregnará también de espíritu animalista. Los perros podrán participar en este gran evento solidario a través del dorsal Guau, a un precio de tres euros, que consiste en un pañuelo que los dueños deberán anudar al cuello a sus mascotas. 


La marcha, recuerda Juan Franco, no solo tiene como objetivo recaudar fondos para impulsar la investigación oncológica, sino que también sirve “para dar visibilidad y apoyar a las familias y a los pacientes, trasladándoles el mensaje de que estamos todos juntos con ellos”, afirma. “Y que los dueños puedan participar junto a sus perros puede significar que seamos muchos más, además de que me parece una iniciativa muy entrañable”. La inscripción a la marcha podrá realizarse hasta el 13 de junio a través de la web www.rockthesport.com o, presencialmente, en la propia sede de la Asociación Española Contra el Cáncer de Navarra (c. Río Alzania, 31, 1ºF).

¿La palabra resiliencia sintetiza la situación de las personas que lidian con la enfermedad?  

-Es muy difícil encontrar una palabra concreta. Hay tantos cánceres como pacientes y un mismo paciente atraviesa por etapas que son muy distintas. Algunos pueden ser unos auténticos héroes, pero no se tiene que dar siempre. Tengo un caso muy cercano de una persona a la que le han detectado un tumor súper a tiempo; después de una pequeña intervención, todo se ha quedado en un susto. Gracias a los diagnósticos precoces y a la investigación, el perfil está cambiando mucho. Me gusta pensar que la imagen general del paciente resiliente pertenece al pasado. Podría darse, pero también hay otras muchas realidades.

¿No nos queda más remedio que aprender a convivir con la enfermedad y aceptar que cualquiera puede sufrir sus estragos?

-Por supuesto. El cáncer avanza y golpea a cada vez más personas porque también ha aumentado la esperanza de vida de la población, que es uno de los factores más relevantes para que se desarrolle un tumor. Prácticamente, le afectará a uno de cada dos hombres y a un tercio de las mujeres. Esta es la realidad. No hay que alejarse mucho para encontrar un caso entre nosotros. Ahora, de lo que se trata, sobre todo a través de la investigación, es que esta enfermedad no tenga un desenlace fatal.

¿El objetivo sigue siendo que para el año 2030 se haya conseguido que el 70% de los casos de cáncer sean curados?

-Es un objetivo que se marcó hace ya un tiempo. Estamos a solo cinco años de 2030 y vemos que, aunque el cáncer avanza, la investigación lo hace más rápido aún. Cada vez hay más tumores, pero se superan con éxito con mayor asiduidad. En Navarra, por ejemplo, estamos hablando de un 60 por ciento en el caso de los hombres y un 64 por ciento en el de las mujeres. Vamos avanzando. No es difícil coger un periódico y que, al menos semanalmente, salga alguna noticia relativa a algún avance en la investigación y la cura. En pandemia aprendimos que, cuando vamos todos a una, somos capaces de desarrollar una vacuna en tiempo récord. Necesitamos más recursos y avanzar más rápido aún; nosotros siempre queremos más, pero soy optimista.