Lo primero que hice al ocupar mi pieza en el Hotel Marriot, de Ereván, la capital de Armenia, fue hojear una revista que estaba sobre una de las mesitas de noche. En una de sus lujosas páginas descubrí inesperadamente una lista de 50 palabras armenias exactamente iguales al euskera. Se trataba de un artículo inspirado en el lingüista Edgar Spencer Dogson. Este hallazgo fue como un trueno en un cielo claro: ¿me hallaba en la tierra ancestral de los vascos? Y, aunque, según la teoría vasco-armenia del lingüista Vahan Sarkisian el euskera también se relaciona con otras lenguas, parece que es con el armenio con el que mantiene más coincidencias.

GUÍA PRÁCTICA

Datos: Armenia tiene una superficie de 29.743 km2 y una población de 3.287.000 habitantes, de los que casi 2.500.000 residen en la capital, y más de 8 millones configuran la diáspora en Rusia, EE.UU., Francia, Líbano y Siria. La economía se basa en la agricultura, aunque bajo el poder soviético también se convirtió en un país industrial (maquinaria, electrónica, energía, textil, química, etc,). La religión predominante es la apostólica Armenia (cristiana ortodoxa).

Cómo ir: no hay vuelos directos desde España. Czech (Chequia Airlines) lo hace con escala en Praga: Tel. 91.5426628; Air France, con escala en París. Tel. 902207090. Se precisa visado, válido para 21 días, que cuesta unos 20 euros y puede obtenerse a la llegada en el mismo aeropuerto de Ereván.

Dónde alojarse: en Ereván: Hotel Marriot, Republic Square (www.marriot.com); Golden Palace. Azatutyan Ave. (www.goldenpalacehotel.am)

Dónde comer: restaurante Nairi, Tumanyan 9/1 (comida tradicional); The Club, 40 Tumanyan; Malkhas Café. 38 Tumanyan. La comida típica Armenia consiste en variados entrantes de legumbres, hortalizas, crema de yogur, queso, etc. y carne de ternera, cordero, pollo o cerdo y pescados a la parrilla. Pero también hay cocina internacional.

Qué comprar: alfombras, tallas de madera, ropa, cerámica, recuerdos hechos a mano, y coñac Ararat (uno de los mejores del mundo, cuya bodega puede visitarse), el preferido de Winston Churchill.

Idiomas: armenio (muy gutural) y ruso.

Moneda: el dram (1 euro = 450 drams).

Pero es el francés de las canciones de Charles Aznavour el que más se escucha en la música ambiental de los hoteles armenios. Es una forma de homenajear a uno de los hijos predilectos de Armenia. Otros famosos originarios de este caucásico país que residen fuera, son el tenista Andre Agassi y el director de cine A. Egoyan. Pero hay otros 8 millones de armenios que configuran la mayor diáspora después de la judía. Son los que huyeron del primer genocidio del siglo XX (1915), por parte de los turcos, pero que siguen amando apasionadamente a Armenia en la distancia. No sólo porque es el lugar de sus raíces, sino porque su país es un territorio legendario y misterioso que despierta en ellos una nostalgia infinita estar alejados de él.

El monte Ararat, siempre con la cima nevada.

Obsesión por Ararat

Una de sus leyendas reside en su tótem más idolatrado: el gigantesco monte bíblico Ararat. En su cúspide encalló el Arca de Noé tras el diluvio, y, por ello, los armenios se consideran los Progenitores de la Humanidad. Es tal la obsesión que los armenios tienen por este imponente y eternamente nevado monte, que no hay ninguno de ellos que no tenga en su casa una imagen del mismo en un cuadro, una alfombra, una fotografía o en un simple llavero. Su obsesión se convirtió en patológica después de que la URSS y Turquía pactaran, en 1923, una división de fronteras que dejaba en manos turcas la propiedad del mítico monte, que había pertenecido a los armenios durante muchos siglos. La pérdida de este emblema protector y símbolo de su identidad fue un duro golpe para el orgullo de los armenios que, desde entonces, han de conformarse con verlo, pero sin tocarlo (las fronteras con Turquía están cerradas).

Ereván, en transición

En Ereván, la trimilenaria capital de Armenia, contrastan los monumentales y melancólicos edificios de la época soviética con los palacetes afrancesados, las amplias avenidas y estrechas callejuelas, en medio de un ambiente con cierto glamour. Una mezcla que denota su transición a la modernidad. 

Uno de los lugares emblemáticos es la decana Plaza de la República, testigo de las manifestaciones populares que cambiaron el rumbo político y social de Armenia. En este entorno se congregan importantes edificios, tallados todos ellos en elegante piedra rosada, que configuran un armónico y simétrico conjunto monumental: el del Gobierno, el del Museo de la Historia, el de la Galería Nacional de Arte, y el del lujoso Hotel Marriot, con sus artísticos soportales arqueados. Resulta especialmente placentero sentarse en las cómodas terrazas de este hotel, para refrescarse con una cerveza Kotayk y observar el constante deambular de la gente que transita frente a ellas.

Vista panorámica de Ereván.

En el city tour, preferible a pie, no debe faltar un paseo por la elegante calle Abovian donde suntuosas mansiones se han transformado en galerías de arte, boutiques de moda y vanguardistas cafés, como el Art Bridge o el de París. También es interesante adentrarse en alguno de los dos Mercados Centrales donde, entre otros productos, proliferan los variados frutos secos, muy típicos en el país, y presentados con exquisito gusto. Los vendedores asedian a los turistas, invitándoles a degustarlos. 

Otra visita muy recomendable es al Vernisage, un colorista bazar al aire libre en el que se pueden adquirir toda clase de souvenirs, tapices, libros, antigüedades, relojes, instrumentos musicales y recuerdos del tiempo de los zares (vajillas, cubiertos, etc.) así como de la era soviética. 

No muy lejos de aquí, en lo alto de la ciudad, se encuentra la Cascada. Altares de flores escalonados y fuentes simulando una cascada, junto a obras del célebre artista colombiano Fernando Botero –las de un gladiador y un gato–, ofrecen, además, una espléndida panorámica de la capital, y cómo no, también la del sempiterno monte Ararat, visible desde todos los ángulos de Ereván.

Plato típico de la cocina armenia.

De entre los 25 interesantes museos que existen, hay dos imperdibles: uno, el de Sergey Parajanov. Se trata de un tributo a una de las más grandes figuras del mundo cinematográfico del siglo XX. En este museo se muestran un buen número de sus 1.400 obras artísticas (collages, pinturas, grabados, muñecas, etc.) de una sorprendente y refinada creatividad. Todas ellas realizadas durante su largo encarcelamiento al que le tuvo confinado el régimen soviético, en el que fueron censurados sus visionarios filmes. El otro museo que nadie debe perderse es el de Matenadaran, que contiene valiosísimas colecciones de manuscritos (más de 17.000) de la era pre-cristiana. 

Viaje al interior

Para adentrarse en la Armenia rural y disfrutar de su exuberante naturaleza, lo mejor es empezar visitando el fastuoso Lago Sevan, uno de los más elevados del mundo. De origen volcánico, sus aguas azul-turquesa sirven de expansión a numerosos armenios que se asoman a sus orillas para bañarse, pescar, organizar barbacoas de trucha a la vinagreta o de cerdo con especias, además de relajarse con las excelentes vistas que ofrecen los montículos del lago en donde se asientan dos ermitas medievales.

Los monasterios del interior del país merecen una visita.

Los monasterios del interior del país merecen una visita.

Camino al interior del país el paisaje estalla en el frondoso verdor de los valles y de las montañas que flanquean las carreteras que conducen a interesantes regiones en las que los monasterios brotan como por ensalmo. En la de Lori, por ejemplo, los de Sanahin, Haghpat y Akhtala (s. X y XII), y en la de Vayots Azor, el de Noravank (s.XII). 

Aunque, antes de llegar a éste, hay que detenerse en pleno campo para contemplar el impresionante y curioso cementerio de Khachkars, con tumbas y cruces laboriosamente talladas en piedra. De entre medio de este pétreo paisaje surgen de repente algunas ancianas y un grupo de niños, que acosan al turista para que adquiera calcetines de lana hechos a ganchillo por ellas, e infantiles dibujos del alfabeto armenio, que bien merecen unas monedas.

Una mujer vende calcetines de lana a los turistas.

De regreso a Ereván, saldrán al paso más monasterios. Uno de los más importantes se encuentra en Christendom, y todos ellos han sido declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Y, antes de abandonar este país, los armenios difícilmente perdonarían que el viajero declinase su invitación a visitar el Monumento al Genocidio. Así, que, fuera del tópico, ésta sí es una visita obligada.