Hubo un tiempo en el que la televisión veraniega reunía a toda la familia en el salón para disfrutar de un programa costumbrista, pero que funcionaba en audiencias. Desde 1995 hasta 2005, el Grand Prix del verano fue el buque insignia estival de Radio Televisión Española. El programa presentado por Ramón García, nuestro Ramontxu, que todo el mundo veía y comentaba al día siguiente en la playa o la piscina. ¿Su fórmula? Muy sencilla: una mezcla de pruebas, vaquillas, famosos, bailes y azafatos y azafatas que transformaban el plató de Prado del Rey en las fiestas del pueblo. En un alboroto de casi tres horas de duración que se extendió hasta el verano de 2005, tras 11 años ininterrumpidos de emisiones. En 2006, Televisión Española pensó que se podría hacer una nueva etapa del formato, esta vez presentado por Miriam Díaz Aroca, pero la cadena y Europroducciones no llegaron a un acuerdo. Por ello, el Grand Prix vivió una segunda vida en las autonómicas, ya de la mano de Bertín Osborne y Cristina Urgel, entre 2007 y 2009. E incluso cuajó su spin-off Peque-Prix, presentado por Miriam Domínguez y Andrés Caparrós para los más txikis de la casa.
Desde su última emisión lo cierto es que siempre ha habido grandes intentos por recuperar el formato. La última intentona fue la que iniciaron el pasado año, tras su exitoso binomio en las Uvas, el propio Ramontxu e Ibai Llanos. Convencidos de su pulso, negociaron hasta el final para su posible regreso a la plataforma Twitch, pero como todos ya sabemos, resultó finalmente imposible.
Al parecer, ahora es la propia TVE la que estaría más que interesada en recuperar el mítico formato veraniego. Aunque quien les escribe estas líneas duda, y mucho, de que pueda regresar tal cual a las pantallas. Han transcurrido casi 20 años desde su última emisión, y los tiempos han cambiado radicalmente. En financiación televisiva, cada emisión costaba una barbaridad, y en valores y temáticas. ¿Realmente a nadie le extrañaría ahora ver a una vaquilla revolcando en directo a varios concursantes? Quizá peque de bienquedismo, pero creo que el inolvidable Grand Prix del verano ya pertenece a otra época.