China es la única de las grandes civilizaciones de la antigüedad que ha llegado a nuestros días, y sin embargo, es una gran desconocida para Occidente. Ahora también se postula para convertirse en una superpotencia mundial y este va a ser uno de los mayores desafíos geopolíticos de los próximos años. Entender el funcionamiento de la sociedad china es decisivo en un momento así y para hacer este acercamiento contamos con Julio Ceballos, abogado economista especializado en internacionalización, estrategia de mercado y negociación comercial con China. Tras vivir 18 años allí, es un gran conocedor de su cultura y sus costumbres, aunque como aclara, no hay expertos en China. “Comprender China exige varias vidas”, recuerda que le dijo su primer jefe. Ceballos, que acaba de publicar el ensayo Observar el arroz crecer, nos da diez pistas para hacer una primera toma de contacto y acercarnos a la mentalidad china:  

1. Situación paradójica. Es la primera vez que un país se va a convertir en primera potencia económica sin ser a la vez primera potencia militar, y sin ser deudor neto. El caso de China es paradójico porque es acreedor neto –hasta ahora todas las potencias que lo han sido eran deudoras netos–. Aunque actualmente hay un debate sobre si está flojeando tras el Covid, si habrá o no sorpasso, antes o después, “China es un acontecimiento que vamos a vivir todos, nos guste o no”. 

2.China es una oportunidad, no una amenaza. ¿Podemos hacernos una idea de cómo va a ser ese cambio hacia el liderazgo de China? Su modelo no es mejor que el nuestro ni tampoco nos sirve, pero en determinados aspectos está demostrando ser más eficaz para competir. El cambio será sobre todo económico y comercial, y nos van a contagiar de la ultracompetitividad con la que ellos funcionan. “Nos vamos a un paradigma en el que vamos a tener que ser mejores, más ambiciosos y estar en permanente formación para estar a la altura de una población inmesa de gente muy ambiciosa. Yo no creo que China sea un problema que haya que contener o confrontar, pero sí una realidad, entre otras cosas porque no queremos que la locomotora china se pare. El 50% del crecimiento económico mundial en las próximas décadas depende de ellos”, explica Julio Ceballos. “La estrategia no es preocuparnos sino ocuparnos”, añade. 

3. Conocer el país de primera mano. Se pueden leer muchos libros, pero para conocer un país no hay mejor manera que hacerlo con tus propios ojos. Quien no pueda viajar hasta China, también puede acercarse a un bazar o al bar de la vuelta de la esquina y entablar amistad con su propietario. A priori los chinos son personas reservadas y tímidas, pero son entrañables y acogen al que está dispuesto a conocerles. Hay 20.000 bazares chinos en España, así que no hay excusa.

Turistas locales y extranjeros en la Muralla China. Pixabay

4.Aaprender el idioma, ¿una inversión de futuro? Partiendo de que el chino es un idioma muy complicado y requiere un esfuerzo muy grande, se recomienda aprenderlo a quien tenga negocios allí o a quien quiera de verdad conocer su cultura. Según Ceballos, el futuro no nos va a exigir dominar el chino, pero sí es cierto, como dijo Nelson Mandela, que si tú le hablas a alguien en una lengua extranjera que compartes con esa persona, le estás hablando a su cabeza, te entiende y le llega el mensaje, pero si lo que quieres es emocionarle o convencerle, nada mejor que hablarle en su lengua materna.  

5. ¿Por qué china despierta rechazo? A pie de calle es habitual escuchar “no quiero saber nada de China porque es hostil, opaca, no respeta los derechos humanos, oprime a la población, reeduca contra su voluntad a miles de personas...”. Según afirma Ceballos, es cierto que no se respeta todo el catálogo de derechos humanos, y que hay colectivos que no disfrutan de la libertad de otros, pero también es cierto que China contiene multitud de realidades a las que nunca se les da ningún tipo de visibilidad. Se está proyectando una imagen de China “extremadamente desagradable, pero, desde mi punto de vista, esa imagen no refleja la realidad. Claro que tiene cosas malas, pero hablar solo de ellas distorsiona nuestra visión”, matiza. 

6. Dejar de lado estereotipos. El mundo se ha convertido en un lugar muy complejo, por eso es más fácil quedarnos con cuatro etiquetas que intentar indagar. El problema aquí es que simplificar algo tan gigantesco, tan poblado y tan dinámico como China es un error. La mitad de esos clichés son falsos, o solo son ciertos a medias. ¿Un ejemplo? Los chinos trabajan mucho. Es cierto, es una cultura que da mucho valor al esfuerzo, a la dedicación, pero en realidad lo que hacen es pasar mucho tiempo en el lugar de trabajo, aunque la productividad no sea muy alta. Es una metáfora de lo que ocurre en cualquier bazar: abren todo el día, comen allí, se echan la siesta allí... Para un chino es inconcebible estar cerrado al mediodía, porque en esas dos horas puede haber alguien que necesite algo. 

El skyline de Shanghai, una de las ciudades más atractivas de China.

7. Un país sin google. ¿Cómo manejarse en un país sin Google? Malamente. Herramientas tan empleadas hoy en día en occidente como Google Street View, con la que te puedes mover por casi cualquier ciudad del mundo, son muy útiles, pero a la vez dejan al descubierto toda la capacidad civil y militar de cada territorio. Toda esa información pertenece a servidores americanos, de modo que por cuestiones de seguridad en China no hay Google. Para quien esté pensando en viajar allí, lo más recomendable es consultar guías actualizadas e ir con agencias especializadas, y también aprender a usar las aplicaciones locales antes de ir. No se puede usar Google, pero hay unas herramientas igual o mejores que esta. Además, China tiene la ventaja de que es un país muy seguro, y lo peor que te puede pasar es perderte. 

8. ¿Todos los chinos son iguales? El 99% de los chinos comparten unos rasgos físicos que les asemejan unos a otros: el pelo negro y lacio, una estatura media, suelen ser delgados, tienen la piel pálida y son miopes. Más allá de la imagen, que en realidad no es más que otra etiqueta, China no aspira a que todos sus ciudadanos sean iguales. De hecho, tiene un sistema que promociona la ultracompetitividad y la meritocracia, promociona a los más preparados. Los chinos se fijan en los resultados, y creen que quien tiene mucho dinero es porque se lo merece. Para ellos la vida es el resultado del esfuerzo, aunque consideran que hay un componente de suerte, un 30%, por eso son tan supersticiosos. El resto, el otro 70%, sí lo puedes controlar y el ascensor social es la educación. Para ellos es sagrada y las familias dedican ingentes cantidades en las mejores escuelas, institutos y universidades, y en actividades extraescolares. No hay que olvidar que en un país tan grande siempre hay más gente que oportunidades, así que no pierden el tiempo.

9. ¿Qué pasa con el turismo? Hasta el covid China era el primer mercado emisor de turistas mundial, y por su envergadura y riquísimo patrimonio dicen los especialistas que tiene todos los recursos para ser también el primer mercado receptor, pero de momento no lo es. No saben venderse muy bien, y esto, sumado a la mala imagen que tenemos actualmente de este país, no lo convierte en un destino atractivo. “Creemos que es un país donde la gente está oprimida, entre otras cosas porque los medios de comunicación ponen el foco ahí, pero lo cierto es que la inmensa mayoría de chinos vive feliz en su país”.

9. ‘Early adopters’. China es uno de los países que más rápidamente adopta tendencias digitales. “Es muy habitual a pie de calle ver a personas de clase media-baja con el último modelo de Iphone. Todos están a la última”, explica. El ecosistema digital chino genera permanentemente nuevas aplicaciones y herramientas digitales que los chinos asumen rápidamente. Lo mismo ocurre con los medios de pago digitales, que están a la orden del día. Aunque hay obligación legal todavía de aceptar el dinero en metálico, en muchos lugares de las grandes ciudades no lo cogen. Las pasarelas de pago digitales tienen su lado bueno, eliminan la economía sumergida, y su lado malo, que el gobierno tiene un control absoluto de todo lo que hacen y lo que consumen. 

 

10. El mercado del mundo. Son muy consumistas y eso tiene una doble explicación. Por un lado, tienen la escasez, la necesidad y el hambre muy presente porque lo han vivido hace relativamente pocos años. Y por otro, es cierto que en China hay muchos derechos humanos que no se cumplen, como el derecho a la libre asociación, a la libertad de expresión, etc., de modo que el gobierno palia esta falta de libertad en determinados aspectos concendiéndoles una casi absoluta libertad de consumo. Ellos son muy militantes de la libertad de consumo y lo hacen de una manera un tanto desaforada. Por otro lado, no hay que olvidar que China es la fábrica del mundo pero también el mercado del mundo. Ahora se habla mucho del desacoplamiento de muchas empresas respecto a China, pero lo cierto que solo tendrá lugar de manera parcial. “El mundo de los negocios no está planteándose salir de China, pero sí diversificarlo a lugares más cercanos como Marruecos o Turquía”, concluye Ceballos.