Son unas cifras alarmantes, pues en los últimos 30 años la incidencia de la dermatitis atópica se ha duplicado y ya es la segunda causa más frecuente de visita al dermatólogo. La doctora Nerea Ormaetxea, del Hospital Universitario Donostia, nos habla de esta dolencia, que continúa en aumento.

¿Cómo definiría esta patología?

La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que tiende a cursar en brotes. Tiene múltiples causas y se caracteriza por piel seca y lesiones de eccema pruriginosas. Es más predominante en niños, aunque puede afectar a personas de cualquier edad.

¿Y su diagnóstico? ¿Es difícil de detectar?

El diagnóstico de la dermatitis atópica en fundamentalmente clínico, siendo el picor, intenso en la mayoría de los casos, el síntoma predominante. Suele ir acompañado de brotes de lesiones eccematosas de predominio en flexuras y pliegues cutáneos. La localización y morfología de las lesiones son variables, y el curso es crónico, intercalando periodos de actividad y remisión. 

¿Cómo de frecuente es la dermatitis atópica en las consultas de dermatología?

La dermatitis atópica es una enfermedad que afecta al 5-20% en la población general y supone una de las primeras diez causas de consulta en Dermatología. Predomina en niños y adolescentes, donde la prevalencia se sitúa en torno al 15-20%. Desde hace años estamos apreciando una tendencia ascendente en el número de casos de esta enfermedad. 

¿Cuál es el motivo de consulta por el que primero consultan los pacientes? ¿Y cuál es el que más impacta en su vida diaria?

El motivo principal suelen ser los brotes de lesiones eccematosas, que se caracterizan por la presencia de rojez, descamación, vesículas y exudación. Sin embargo, el picor es el síntoma principal de la enfermedad. Se manifiesta en la totalidad de los pacientes, con intensidad variable, y es uno de los principales factores determinantes de la calidad de vida.

¿Son necesarias consultas monográficas (multidisciplinares) para un mejor manejo de la patología? 

Las consultas monográficas son sobre todo necesarias para poder controlar los casos graves de dermatitis atópica, ya que en ocasiones suele ser necesario pautar tratamientos sistémicos, orales o inyectables. En la actualidad, ya disponemos de dichas consultas. También son de gran ayuda los talleres y programas de educación para pacientes y familiares. 

¿Ayudaría tener un circuito asistencial bien definido para acortar los tiempos en los que puedan ser atendidos por Dermatología?

Sí, es algo fundamental. Esto nos permite poder atender a los pacientes con mayor severidad de una manera prioritaria, y es lo que intentamos hacer en nuestra práctica habitual.

¿Cómo es el manejo de los síntomas?

Los corticoides tópicos son la base en el manejo del proceso inflamatorio del paciente atópico. Debemos educar a los pacientes sobre su uso adecuado, y siempre bajo prescripción médica. La corticofobia no está justificada, siempre que se utilicen de manera correcta. Los inhibidores de la calcineurina (tacrólimus y pimecrólimus) son fármacos tópicos con efecto antiinflamatorio, no son esteroides y suponen una alternativa a los corticoides. Además, es muy importante promover la hidratación de la piel, ya que uno de los signos cardinales en el paciente atópico es la xerosis cutánea o piel seca. El papel de los alérgenos alimentarios está muy discutido en la dermatitis atópica. Las dietas restrictivas no son útiles y empeoran aún más la ya deteriorada calidad de vida de los niños. 

¿Existe un arsenal terapéutico apropiado para el manejo de la patología?

La mayoría de los pacientes están controlados de forma satisfactoria con tratamiento tópico (corticoides tópicos, inhibidores de calcineuira tópicos y emolientes). Los pacientes afectados por enfermedad severa y/o recalcitrante suelen precisar otras alternativas de tratamiento oral o inyectable. 

¿Puede el paciente aspirar a normalizar su vida? ¿Puede mejorar mucho su calidad de vida una visita a Dermatología? 

Sí, y para ello es fundamental el modelo de intervención en dermatitis atópica, que incluye los cuidados de la piel, la prevención, el tratamiento farmacológico y la educación terapéutica. Un factor importante en el control de la enfermedad, que es crónica y de evolución variable, es la adherencia al tratamiento, que viene dada por una buena relación médico-paciente-grupo familiar. 

¿Cómo imagina el futuro de las personas que conviven con la dermatitis atópica?

Los avances en la inmunopatogenia de esta enfermedad han hecho posible dirigir la terapia hacia nuevos objetivos terapéuticos específicos con resultados prometedores. 

¿Qué necesidades tienen todavía por cubrir los pacientes?

La investigación llevada a cabo los últimos años ha permitido utilizar fármacos contra dianas específicas en pacientes con dermatitis atópica. Varios de estos fármacos hacen pensar en un futuro prometedor. Además, es necesario poder disponer de estos nuevos fármacos con un costo aceptable, siempre para beneficio de los pacientes. 

¿Cómo podría la sociedad entender mejor esta patología?

Sería de gran ayuda realizar más divulgación, para que exista una mayor visibilidad de esta enfermedad. Por una parte, para que las personas que no la padecen puedan identificarla y evitar ideas equivocadas al respecto, y por otra, para que los pacientes atópicos puedan tener más información respecto a los tratamientos y pautas a seguir. 

¿Qué recomendaciones daría a los pacientes afectados por una enfermedad con tanto impacto como esta? 

Es muy importante que conozcan bien la enfermedad. Que estén informados sobre los tratamientos que deben de llevar a cabo cuando tienen brotes, así como las medidas a realizar de mantenimiento para intentar evitar y espaciar los brotes de eccema. Lo principal es tratar los eccemas con contundencia y no olvidar el mantenimiento con cremas y aceites hidratantes.