La lactancia materna está respaldada por numerosos estudios científicos como la manera más natural de alimentar al bebé. No obstante, hay muchas circunstancias que pueden hacer que sea complicada, o que la madre decida no llevarla a cabo o abandonarla voluntariamente.
Pero para hablar de lactancia materna primero debemos entenderla desde todas sus perspectivas. Por ello, Gema Magdaleno, matrona de atención primaria y asesora de Chicco, detalla cuáles son los beneficios para ambas partes, mamá y bebé, explicando también las alternativas para aquellas madres que deciden optar por otras vías de alimentación diferentes a la lactancia materna.
“La leche de las madres es un alimento vivo, que cambia en función del desarrollo y las necesidades de cada niño, y que tiene especificidad, es decir, que está adaptada exactamente a las especie humana, al igual que la leche de cada especie mamífera es específica para su cría”, explica. En este sentido, los beneficios para nuestro bebé, –algunos conocidos, otros no tanto– “son innumerables”, dice:
• Inmunológicos: Defensa contra infecciones, contra alergias y contra enfermedades de tipo autoinmune.
• Digestivos: Mejora de las digestiones y prevención del estreñimiento.
• Metabólicos: Como prevención de la diabetes, la obesidad o enfermedades cardiovasculares.
• Neurológicos: Para el desarrollo cerebral.
• Emocionales: Favorece un mejor desarrollo del vínculo madre-hijo.
Para la madre también se han descrito numerosos efectos positivos, como “una mejor recuperación física y emocional en el postparto, y a largo plazo, prevención de algunos cánceres, como el de mama y el de ovario, y un mejor establecimiento del vínculo con el hijo”, detalla Magdaleno.
Con todos estos beneficios, podemos preguntarnos: ¿hay alguna otra leche, para llevar a cabo la lactancia, nutricionalmente mejor que la de las madres? La evidencia científica nos dice que no. Es por ello que la Organización Mundial de la Salud aconseja que los niños sean alimentados con lactancia materna exclusiva (LME) durante sus primeros seis meses.
Ahora bien, un reciente estudio elaborado por cinco investigadoras afirma que los factores que influyen en la LME deben abordarse a todos los niveles: individual, relacional, comunitario y laboral. Su éxito o fracaso no solo depende de las propias madres.
Necesidades laborales
“Muchas mujeres se sienten muy inseguras sobre sus capacidades para amamantar y dudan acerca de si tienen leche suficiente, si su leche es de buena calidad, si el niño queda satisfecho con el pecho, si gana suficiente peso…”, continúa Magdaleno. También hay casos en los que las necesidades laborales –como una pronta incorporación– impiden a la madre disfrutar de su permiso maternal completo, y con ello de mantener una lactancia exclusiva.
Dentro de esta situación nos encontramos con otros casos en los que, especialmente al inicio, las madres “tienen dificultades que convierten a la experiencia maravillosa de la lactancia en algo desagradable y traumático, como grietas en el pecho, ingurgitaciones o mastitis, que les producen dolor y frustración”, explica.
Es por ello que, si la madre toma la decisión de optar por una vía diferente a la lactancia materna, necesita el apoyo y la seguridad de su entorno y, por encima de todo, que le hagan sentir que “lo está haciendo muy bien”. Esa es la frase mágica, según la experta. Sea cual sea la decisión de la madre, Magdaleno se suma a ella, porque la mejor lactancia “es aquella que decide la madre”. “Si por la razón que sea no puede o no quiere amamantar a su hijo, obviamente la solución es la lactancia artificial con leche de fórmula, bien desde el nacimiento o tiempo después”, explica. No obstante, también hay soluciones intermedias:
* Extraer la leche materna con un sacaleches y dársela al bebé en un biberón. Una opción muy útil en madres que tienen dolor, grietas, o necesitan separarse del bebé por cualquier circunstancia (por ejemplo, trabajo). “También, en ocasiones, especialmente si los bebés son muy demandantes y quieren mamar continuamente, algunas madres se sienten cansadas, necesitan compartir el cuidado del bebé con otras personas –pareja, familia–, y deciden introducir biberones para poder descansar”, aclara Magdaleno.
* Lactancia mixta. En algunos casos, por decisión de la madre o por recomendación del pediatra, se puede optar por dar el pecho y, además, ofrecer leche de fórmula en biberón. Una fórmula mixta muy aceptable.