Manu Arrue ha dedicado su vida a la labor pastoral y social, con un fuerte compromiso por la paz, la reconciliación y la integración. Jesuita formado en la Universidad de Deusto y en Lovaina, ha trabajado en diversas parroquias de Euskadi y ha impulsado proyectos como las Escuelas de Perdón y Reconciliación. Arrue nos da su visión sobre el legado del Papa Francisco, a quien define como “un hombre de Dios en el barro del mundo”. Además, destaca su sencillez, cercanía y apuesta por una Iglesia abierta al mundo, así como su valentía para abordar temas clave como los abusos dentro de la Iglesia y la sinodalidad.

¿Cómo valora el pontificado del Papa Francisco?

Lo definiría como un hombre de Dios en el barro del mundo. Su pontificado ha estado marcado por la sencillez, la cercanía a las personas y una fuerte apuesta por una Iglesia en salida.

“El Papa no quería una Iglesia encerrada en sí misma, sino abierta al mundo”

Hablemos primero de la sencillez. ¿En qué se ha reflejado?

Su sencillez se ha visto desde el primer momento. La imagen del día que tomó posesión y salió a la plaza de San Pedro ya hablaba de su estilo: un lenguaje llano, cercano, sin ostentaciones. Se alojó en la residencia de Santa Marta en lugar del palacio apostólico, viajaba en un coche sencillo y personalmente fue a pagar la cuenta de la residencia donde se había hospedado antes del cónclave. Todo esto marcó la diferencia..

También se ha hablado mucho de su cercanía con las personas. ¿Puede darnos algunos ejemplos?

Hay muchas imágenes que lo ilustran. Por ejemplo, cuando en una de sus primeras salidas se acercó a abrazar a un hombre con el rostro deformado por una enfermedad rara. Otro caso fue cuando renunció a usar un coche blindado, prefiriendo estar más accesible a la gente. Además, impulsó espacios para indigentes en el Vaticano, organizó comidas con personas sin hogar y siempre mostró espontaneidad en su contacto con los fieles. Su frase “¿Quién soy yo para juzgar?”, refiriéndose a las personas homosexuales, también fue un gesto de apertura y comprensión.

Su manera de comunicarse también ha sido una de sus señas de identidad. ¿Qué destacaría de sus escritos y discursos?

Francisco ha logrado que los textos de la Iglesia sean comprensibles para todos. Su primera exhortación apostólica, Evangelii Gaudium, fue un ejemplo de ello. Los comentarios generales decían: “Se puede leer y entender”. Otras encíclicas, como Laudato Si sobre el cuidado del planeta, o Fratelli Tutti sobre la fraternidad y la amistad social, también han tenido un impacto enorme. En un mundo marcado por el individualismo, Francisco ha promovido la solidaridad y el bien común.

“Este Papa ha impulsado medidas concretas contra los abusos y ha pedido perdón a las víctimas”

Hablaba anteriormente de una “Iglesia en salida” ¿A qué se refiere con esa expresión?

El Papa no quería una Iglesia encerrada en sí misma, sino una que salga a las periferias. Por eso estuvo presente en lugares donde hay conflictos y pobreza, como Sudán del Sur, pese a los riesgos. También visitó el campo de Auschwitz y pidió a las organizaciones internacionales de derechos humanos y la Corte Penal Internacional que estudien lo que sucede en Israel para ver si no es un genocidio...

¿Cuál ha sido su papel en el diálogo interreligioso?

Ha dado pasos históricos. En 2019 firmó junto al gran imán suní Al-Tayyib el Documento sobre la Hermandad Humana, que promueve la paz y la convivencia común. También visitó países budistas y musulmanes, impulsando el diálogo. Su idea era que, si las religiones se unen en la defensa de la paz, el mundo podrá avanzar en esa dirección.

En cuanto a la propia Iglesia, ¿cuáles destacaría como las reformas internas más importantes?

Su gran apuesta ha sido la sinodalidad, es decir, dar voz a todos los cristianos en la toma de decisiones. Ha promovido un modelo de Iglesia más participativo y horizontal.

“El futuro de la Iglesia debe estar marcado por la apertura al mundo y la sinodalidad”

¿Cómo valora la forma en la que el Papa ha abordado el tema de los abusos sexuales dentro de la Iglesia?

El Papa ha liderado la iniciativa, pidiendo perdón y proponiendo medidas concretas para evitar futuros abusos. Además, se han abierto espacios de recepción y reparación para las víctimas y se han creado entornos seguros en diversos contextos, como las diócesis.

¿Qué rumbo debería tomar ahora la Iglesia?

Su futuro debe estar marcado por la apertura al mundo y la sinodalidad, tal como ha promovido Francisco. Es importante que continuemos avanzando hacia una Iglesia que no solo se base en la doctrina, sino también en una experiencia vivencial del cristianismo, y que se trabaje de manera colaborativa para resolver los desafíos internos.