- El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, subrayó ayer que la seguridad europea depende de la de Ucrania durante una visita a este país, que incluyó también un viaje a la zona del conflicto en el este. “El conflicto en la frontera entre Rusia y Ucrania está a punto de agravarse y las tensiones se han ido acumulando”, advirtió el jefe de la diplomacia europea desde Stanitsa Lugánskaya, una localidad en la línea de contacto entre el Ejército ucraniano y las milicias separatistas prorrusas, que llevan en combate desde el año 2014.
Borrell, quien durante la visita al este de Ucrania estuvo acompañado por el ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba, señaló que Rusia “ha estado concentrando tropas y equipamiento de un modo muy inusual”. Agregó asimismo que “eso sucedió muy rápido” y que la UE, Estados Unidos y la OTAN trabajan para reducir las tensiones en la región.
Enseguida agregó que una eventual agresión militar contra el país tendría “graves consecuencias”, una advertencia que también se hizo desde la Alianza Atlántica, que discutirá este viernes la situación en torno a Ucrania en una reunión extraordinaria de sus ministros de Exteriores. Borrell remarcó que cualquier propuesta rusa para modificar la arquitectura de seguridad europea debe discutirse con la participación de Bruselas y de Kiev.
“Se han presentado dos documentos en los que Rusia habla de la seguridad europea, pero ya no estamos en tiempos de la Conferencia de Yalta”, dijo en referencia a los acuerdos pactados tras el fin de la Segunda Guerra Mundial que establecieron un nuevo orden mundial.
En este sentido, agregó que delimitar las esferas de influencia no es algo que se puede hacer en 2022. “La seguridad de Europa y Ucrania, que es parte de Europa, es algo que afecta a todos los ucranianos y europeos”, insistió. Las declaraciones de Borrell se producen a menos de una semana de que Estados Unidos y Rusia se reúnan en Ginebra para abordar las tensiones militares entre Rusia y Ucrania y las demandas de Moscú para pactar un nuevo marco sobre la seguridad en Europa.
Por su parte, el ministro de Defensa letón Artis Pabriks anunció ayer que el país báltico enviará a Ucrania ayuda militar, que incluirá armas y equipamiento bélico sin especificar. “Pedimos a nuestros aliados que hagan lo mismo, porque Ucrania tiene derecho a defenderse y necesita los medios para hacerlo”, indicó. El anuncio por parte de Pabriks sobre el envío de ayuda militar está en línea con el comunicado conjunto que los tres ministros de Defensa bálticos -Lituania, Letonia y Estonia- acordaron en una reunión en Kaunas el pasado 21 de diciembre.
Las provincias de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, viven desde 2014 un conflicto armado que enfrenta a las tropas del Gobierno y a los separatistas prorrusos, sin que los esfuerzos de mediación hayan permitido lograr poner fin a la guerra. Los acuerdos de Minsk sentaron las bases para una solución política al conflicto, pero no han derivado en el cese de la violencia, cuyo resultado Naciones Unidas estima en unos 13.000 muertos.
Una “pistola en la cabeza”. Estados Unidos aseguró ayer que le resultará difícil hacer avances en sus negociaciones de la semana próxima con Rusia a no ser que el Gobierno ruso tome medidas que lleven hacia una desescalada de la tensión con Ucrania. “Será muy difícil hacer avances en ninguna de las áreas en una atmósfera de escalada y amenazas con una pistola apuntando a la cabeza de Ucrania”, dijo el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken.