La dimisión de David Frost como negociador británico en la etapa posbrexit ha puesto de manifiesto el alcance de la crisis en el Gobierno de Boris Johnson, cuyo liderazgo está cada vez más debilitado por escándalos, un reciente revés electoral y el descontento en las filas conservadoras.

La decisión de Frost de apartarse del Ejecutivo con “efecto inmediato”, comunicada en una carta remitida el sábado al primer ministro, supone un mazazo para la gestión del líder tory.

El dimisionario era una figura clave en el Gobierno tras negociar el brexit y proseguir los contactos con la Unión Europea (UE) sobre el conflictivo Protocolo para Irlanda del Norte, alcanzado entre Londres y Bruselas para evitar que una frontera física entre las dos Irlandas pudiera poner en peligro el acuerdo de paz del Viernes Santo alcanzado en la provincia británica en 1998.

En virtud del protocolo, Irlanda del Norte queda dentro del mercado interior de la UE, pero Londres lleva meses retrasando los controles aduaneros porque la frontera comercial está fijada en el mar de Irlanda -entre Gran Bretaña y la isla de Irlanda-, algo que ha provocado el descontento de la comunidad protestante probritánica de la provincia.

El ahora exnegociador manifestó en su misiva su inquietud por el “camino” que ha tomado el Ejecutivo al aplicar nuevas restricciones en Inglaterra para controlar la covid-19, así como el aumento de los impuestos, un punto muy sensible para los conservadores, que tradicionalmente son partidarios de recortarlos.

El antiguo negociador está en contra del denominado Plan B, que establece la obligatoriedad de llevar mascarilla en el transporte público y tiendas, pero sobre todo por la introducción de certificados covid para entrar en grandes eventos, como discotecas.

En su carta, Frost agregó que el “brexit está ahora asegurado”, si bien reconoció que “el desafío actual para el Gobierno” conservador es hacer realidad las oportunidades que tiene el Reino Unido tras la salida de la UE. “Espero que podamos pasar lo más rápido posible a donde necesitamos estar: en una economía ligeramente regulada, de bajos impuestos y empresarial”, añadió Frost.

Johnson lamentó la renuncia y le agradeció por su “contribución única” para materializar el brexit.

Siempre duro en las negociaciones con Bruselas, Frost ha mantenido en los últimos meses varias rondas de negociaciones con su colega comunitario, el vicepresidente de la Comisión Europea (CE), Maros Sefcovic, para resolver el protocolo norirlandés. Si bien Londres llegó a amenazar con suspender partes del protocolo -lo que se conoce como artículo 16-, en las últimas semanas esa posibilidad empezó a disiparse.

Johnson lleva semanas acumulando crisis, como la polémica sobre la aparente celebración de fiestas navideñas hace un año en la residencia oficial de Downing Street, mientras el país mantenía fuertes restricciones, o su intento de alterar reglas parlamentarias para evitar que el ex diputado Owen Paterson pudiera ser sancionado por haber utilizado su posición para cabildear con ministerios a favor de una empresa para la que trabajaba.

Pero el revés duro para Johnson tuvo lugar el pasado martes en la Cámara de los Comunes, después de que casi 100 diputados conservadores desafiaran su autorizad al votar en contra de la introducción de los pases covid para entrar en grandes eventos.

Dos días después, los tories perdían el escaño inglés de North Shrophsire en una elección convocada por la dimisión de Paterson. La derrota del escaño, que ha caído en manos de los liberaldemócratas, ha sido un golpe tremendo para el liderazgo Johnson, sobre todo porque ese distrito había estado en manos de los conservadores desde hacía casi 200 años.

El ministro de Sanidad, Sajid Javid, salió en defensa de Johnson a quien se refirió como “la mejor persona para conducirnos por los desafíos que el país afronta” por la pandemia.