- La decisión de Argelia de romper las relaciones diplomáticas con Marruecos, su rival en la región, es fruto de una decisión meditada durante meses y parece responder a una estrategia para recuperar la influencia en el norte de África y el Sahel y aislar a Marruecos en una área vital y de alto valor para EEUU y la UE en la nueva geoestrategia mundial.
Así lo explicaron ayer expertos y diplomáticos afincados en la zona que coincidieron en que el momento parece haber sido “cuidadosamente escogido” por Argel en un intento por aprovechar lo que percibe como “un momento debilidad diplomática” de Marruecos tras la decisión del presidente estadounidense, Joe Biden, de ignorar la política promarroquí de su predecesor, Donald Trump, sobre el Sahara Occidental, y las consecuencias del conflicto con España y Alemania.
La nueva Administración demócrata no solo ha decidido no desarrollar la orden presidencial por la que el republicano reconocía la soberanía marroquí sobre la antigua colonia española sino que ha enviado señales que apuntan a que prefiere recuperar el diálogo a través de la ONU, roto desde que en 2018 Rabat anunciara que la independencia no era ya una opción y que solo se avendría a pactar una “amplia autonomía”.
Berlín y Madrid recibieron, por su parte, el respaldo cerrado de la Unión Europea (UE), que asumió como propio un conflicto que la diplomacia marroquí pretendía fuese bilateral y que ésta enmarcó en su ambición de que las potencias europeas se sumaran a la corriente de Trump y aceptaran la soberanía marroquí sobre los territorios ocupados como condición para negociar.
“Argelia observaba con preocupación la estrategia de Marruecos en el Sahara y en particular la ofensiva diseñada por el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Burita”, explica un analista militar europeo asentado en el área.
“En los últimos años ha estado muy ocupado arreglando la situación interna con el Hirak pero ahora quiere recuperar su tradicional influencia en la región, en especial en Libia y en el Sahel, una zona esencial con la que comparte una gran y peligrosa frontera”, agrega el experto, que por seguridad prefiere no ser identificado.