- Adriana Ciriza observa una doble vara de medir cuando se habla de Cuba y una utilización de los derechos humanos de unos y otros en función de la ideología. Observa en el sistema cubano "luces y sombras, como en todos los países, pero eso no significa que lo malo no sea malo y haya que prestarle atención". Analiza el descontento existente, y reclama un proceso de diálogo y de revisión "profundo" dentro de la isla.

¿Cómo ve la situación en Cuba?

-Quizás desde el punto de vista analítico parece un poco simplista limitarse a hablar de la gobernabilidad que existe o centrar la causa únicamente en el bloqueo. Hay que analizar qué está pasando dentro de Cuba para que una parte de la población haya salido a la calle. Creo que hay muchas variables y desde luego una, que creo que es común o transversal a todo el planeta, que es la crisis sanitaria de la covid. No solo en Cuba se están produciendo este tipo de manifestaciones, sino en la mayoría de los países del mundo.

¿Cómo influye ahora mismo el bloqueo y en qué medida condiciona la vida cotidiana de la gente?

-Tiene un impacto brutal, eso es innegable. Hay que tener en cuenta que el bloqueo que realiza Estados Unidos es ilegal y contrario al derecho internacional. Tenemos que pensar por qué existe ese bloqueo y por qué nadie le está diciendo a Estados Unidos que eso no debería realizarse. El bloqueo es sin duda una de las mayores causas del estado actual de Cuba. Precisamente ahora cuatrocientas personalidades internacionales han enviado una carta a Biden pidiendo el fin de ese bloqueo. Y Biden, en cuya agenda política Cuba no era prioritaria, ha anunciado nuevas sanciones.

¿Falta un debate más empático, y un acercamiento en la lógica de un sistema de democracia parlamentaria?

-Yo creo que esto tiene que ver con la doble vara de medir de las diferentes partes, porque está muy bien firmar y ratificar tratados, convenios... pero luego detrás existe una utilización de los derechos humanos según intereses políticos, económicos, estratégicos, militares... Muchos intentan adaptar los derechos humanos, que son inadaptables, a su gobernabilidad o a sus ideologías. Ese es el gran fallo y esa utilización anula cualquier opinión en ese aspecto.

¿Y cuál tendría que ser entonces la hoja de ruta? ¿Fin de bloqueo? ¿Proceso constituyente? ¿Sistema de partidos en libre concurrencia? -No cabe duda de que Cuba está en proceso de transición y de construcción de proyecto, como lo han tenido o lo hemos tenido otros países anteriormente.

Pero el proceso de reformas no pasa de ciertos lindes, el partido único no se cuestiona.

-Tiene que ser un proceso de diálogo de todas las partes. Si quieren dejar claro que se respetan los derechos humanos tendrán que hacerlo asumiendo e implementando las normativas internacionales que existen. Eso lo tienen que hacer todos los países. Y no vale una implementación a medias o firmar y luego recibir tirones de orejas por incumplimiento o por violaciones de derechos humanos. Creo que Cuba debería, como cualquier otro país, asumir realmente los derechos humanos sin condiciones.

¿Y de qué manera concretamente?

-Con monitoreos y análisis constantes de la situación, fortalecer espacios de participación ciudadana, y en sus derechos civiles y políticos hacer un proceso de revisión y construcción profundo. En cuanto a los derechos económicos, creo que mejorarán claramente si termina el bloqueo por parte de Estados Unidos, y a su vez mejorarían el resto de derechos. Sería importante que se pudiese redactar un plan nacional de derechos humanos y llevarlo a cabo, y prestar especial atención a grupos concretos como mujeres o personas LGTB. Una revisión que por otra parte deben hacer todos los países en el mundo.

El sistema teme la participación, esgrime una amenaza exterior, y considera que lo sucedido hace 62 años es inamovible. La falta de voluntad política parece arruinar cualquier camino en ese sentido.

-Se producen hechos que también se dan en otros países. En relación a los derechos humanos tiene que haber esta constante revisión interna, y Cuba tendrá que hacerla también, y en la existencia de protestas ver cómo abre o consolida esos procesos participativos para todo el mundo.