- Un primer grupo de 1.642 refugiados rohinyás llegó ayer a la remota isla bangladesí de Bhasan Char, desde los campamentos en tierra que acogen a unos 738.000 miembros de esta perseguida minoría mayormente musulmana, y ello entre las protestas de organizaciones pro derechos humanos para detener el plan de realojo.
El proyecto del Gobierno es asentar a 100.000 refugiados rohinyás en la remota y deshabitada isla, azotada con frecuencia por ciclones e inundaciones y que surgió del mar apenas hace 20 años. Según fuentes gubernamentales, ahora tiene terraplenes de protección contra las inundaciones, casas, mezquitas y hospitales construidos por la Marina de Bangladesh.
La fértil y arcillosa Bhasan Char, cuyo origen está en los sedimentos del Ganges y el Brahmaputra, ha sido transformada a un coste de trescientos millones de euros. Sus condiciones de habitabilidad son mucho mejores que las de los campamentos, pero persisten las dudas sobre su resistencia a los desastres naturales.
El comisionado adjunto de Ayuda y Repatriación de Refugiados, Shamsuddoha, dijo que los refugiados abandonaron ayer la ciudad portuaria suroriental de Chittagong en una veintena de barcos fletados por la marina bangladesí, hacia la isla de Bhasan Char.
Por su parte, el comodoro de la Armada Mamun Chowdhury, encargado del proyecto de realojo, confirmó la llegada del grupo hacia las 14.00 hora local (8.00 GMT), unos refugiados que habían comenzado el jueves el viaje por tierra desde los masificados campamentos de Cox’s Bazar, en el sureste del país.
El Ministerio de Exteriores defendió en un comunicado, tras un gran secretismo inicial, que el traslado a la remota isla en varias fases de 100.000 de los refugiados rohinyás que huyeron a Bangladesh en masa en agosto de 2017 tras una campaña de persecución por parte del ejército de su natal Birmania, tiene lugar por “la creciente preocupación debido a la extrema aglomeración en los campamentos”.
La reubicación es “imperativa para descongestionar los campamentos”, así como por “la deteriorada situación de seguridad a causa de la prolongada estancia de estas personas frustradas”, indicó Exteriores, antes de afirmar que la remota isla cuenta con todas las facilidades necesarias para acoger a los refugiados.
“Estamos yendo de forma voluntaria porque nos preocupa nuestra seguridad en los campamentos”, confirmó un líder comunitario rohinyá, Hamid, en una entrevista a la televisión local Channel 71.
Grupos internacionales como Human Rights Watch (HRW), han instado a detener el proceso tras denunciar el traslado por las condiciones de la isla, deshabitada, que suele inundarse durante el monzón, y por la falta de transparencia del proceso.
HRW denunció en un comunicado que al menos 12 familias rohinyás, cuyos nombres estaban en la lista de refugiados a reubicar, no se habían ofrecido voluntariamente.
Bangladesh anunció ya en 2017 su intención de reubicar a unos 100.000 rohinyás a la isla, de unos 40 kilómetros cuadrados, aunque detuvo el plan por las dudas de Naciones Unidas.
La ONU, que ya alertó sobre la necesidad de que el traslado sea voluntario, aseguró que no “ha participado en los preparativos para el movimiento y tienen información limitada sobre el ejercicio general de reubicación”.
Unos 738.000 rohinyás llegaron a Bangladesh tras el estallido en agosto de 2017 de una campaña de persecución y violencia por parte del ejército de la vecina Birmania, que la ONU calificó de ejemplo de limpieza étnica y un posible genocidio, crímenes de lesa humanidad que investigan los tribunales internacionales.