La Conferencia de Yalta, en la que la URSS y EEUU se repartieron el mundo meses antes de derrotar a Alemania, cumplió ayer 75 años en medio de agrias disputas históricas entre Occidente y el Kremlin, que desclasificó nuevos documentos sobre la reunión para combatir la revisión de la historia de la Segunda Guerra Mundial.
El comunicado final, desclasificado por la Cancillería rusa, subraya en su último párrafo que “la victoria en esta guerra” y “la creación de la propuesta organización internacional”, la ONU, ofrece la mejor oportunidad “en la historia de la humanidad” de poner las bases de una “paz firme y duradera”.
El documento de dos páginas fue firmado por el líder soviético, Iósif Stalin; el presidente de EEUU, Franklin Roosevelt, y el primer ministro británico, Winston Churchill, el 11 de febrero de 1945 en el balneario de Yalta, península de Crimea, tras ocho días de intensas negociaciones.
Yalta, antesala de la Guerra Fría
“Yalta sigue siendo el punto más álgido de la cooperación entre Rusia y las potencias occidentales. No sólo en el siglo XX y durante la guerra, sino en toda la historia”, comentó esta semana Viacheslav Níkonov, diputado y nieto del ministro de Exteriores soviético, Viacheslav Mólotov, que asesoró a Stalin en la histórica cita
La tan deseada paz llegó varios meses después con la capitulación alemana y japonesa, pero fue seguida por casi medio siglo de Guerra Fría y la amenaza de destrucción mutua asegurada entre la Unión Soviética y Estados Unidos, que alcanzó su clímax en la crisis de los misiles de Cuba (1962). En el caso de Europa oriental, el fin de la contienda y la llegada de la paz supuso la aparición del telón de acero y la imposición de regímenes comunistas estrechamente controlados por Moscú, mientras Washington también implantaba gobiernos títeres en otros países.
Creación de la ONU y división de Alemania
Al contrario que dos años antes en Teherán, las negociaciones en Yalta no fueron un camino de rosas. Según los documentos publicados por la parte rusa, no hubo acuerdo en materia de tutela de territorios -Churchill se negó- y tampoco sobre la retirada de las tropas de Irán -la URSS se opuso- para la explotación de los yacimientos petrolíferos. Los tres líderes sí se comprometieron a fundar las Naciones Unidas (25 de abril), dividir Alemania -incluido las reparaciones económicas- y Stalin se comprometió a declarar la guerra a Japón a cambio del control sobre las islas Kuriles, Sajalín y Mongolia. La caída del muro en 1989 convirtió en papel mojado la división de Europa en dos bandos -Alemania se reunificó- acordada en Yalta; la URSS y Japón aún no han firmado un tratado de paz y las grandes potencias toman decisiones sin el beneplácito de Naciones Unidas.
Campaña contra el revisionismo
Treinta años después, el Kremlin ha lanzado una campaña contra lo que considera revisionismo por parte de Occidente que alcanzará su cénit en las celebraciones del 75 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi el 9 de mayo con el desfile en la Plaza Roja a la que han sido invitados los líderes de las mayores potencias mundiales, tanto vencedoras como derrotadas.
“Taparemos la boca a quienes tratan de reescribir la historia, de presentarla falsamente y de minimizar el papel de nuestros padres y abuelos que defendieron la patria (...)”, dijo a finales de enero Putin. La Duma o Cámara de diputados inauguró hace unos días una exposición sobre la conferencia de Yalta, ejemplo secundado por las autoridades crimeas con una muestra en el palacio de Livadia, sede de la histórica reunión.
El presidente de la Duma, Viacheslav Volodin, denunció el revisionismo de EEUU y el Reino Unido, y recordó que la URSS no subyugó, sino liberó a Polonia, donde cayeron 602.000 soldados soviéticos; Checoslovaquia, 144.000; Hungría, 140.000; o Alemania, 101.000.
“Lo correcto sería que aquellos que, posiblemente, no sepan leer o carezcan de conciencia, recuerden lo ocurrido hace 75 años. Sin la URSS esa victoria hubiera sido imposible. Uno de cada diez soldados murió al liberar Europa”, proclamó.
Rusia versus Polonia
Rusia ha escogido a Polonia como diana de la mayor parte de sus críticas, que estos días se centraron en denunciar la destrucción de cientos de monumentos soviéticos, de obligatorio cumplimiento en virtud de la ley contra la propaganda del comunismo adoptada por Varsovia en 2017.
Mientras los rusos aseguran haber salvado a Europa oriental del nazismo y de la hambruna, Varsovia demandaba reparaciones multimillonarias por la destrucción sufrida durante la contienda.
Putin no dudó en defender el pacto Mólotov-Ribbentrop suscrito por la Unión Soviética y la Alemania nazi el 23 de agosto de 1939 al asegurar que “la URSS aceptó firmar el documento sólo después de que se agotaran todas las opciones” y desglosó todos los pactos firmados por los países europeos con Hitler: Polonia en 1934; Reino Unido en 1935 y 1938; Francia en 1938 y Lituania y Letonia en 1939.
En septiembre pasado el Parlamento Europeo (PE) aprobó una resolución en la que equiparaba los crímenes del nazismo con los del comunismo y acusó a Moscú de revisionismo por no aceptar su responsabilidad al firmar el “infame” pacto y querer echarle toda la culpa a Polonia, los bálticos y Occidente como “los verdaderos instigadores de la Segunda Guerra Mundial”.
Putin propone un nuevo consenso mundial
Rusia sigue defendiendo el legado de Yalta -la creación de un mundo multipolar- y considera que el orden unipolar resultante de la caída de la URSS en 1991 ha sido un fracaso que sólo ha traído inestabilidad.
Por eso, Putin ha propuesto un nuevo consenso, cuyo objetivo sería devolver a la ONU, el resultado más perdurable de la conferencia de Yalta, el papel preponderante en la solución de los conflictos internacionales y el control sobre el armamento.
En su último discurso sobre el estado de la nación Putin propuso celebrar una conferencia internacional a la que asistirían los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. La invitación aún no ha recibido respuesta de EEUU y el Reino Unido, pero China y Francia se han mostrado abiertos a la iniciativa. Yalta espera una segunda oportunidad.