El madrileño Goyo Paniagua, que desde hace dos años trabaja como bombero en Australia, ha visto de cerca la destrucción del fuego en el sureste del país, que vive la temporada de incendios forestales más larga de su historia moderna. Los incendios de Victoria y Nueva Gales del Sur, han causado 27 muertos en todo el país, incluidos algunos bomberos, y más de 2.000 viviendas han quedado calcinadas. “Este año (la temporada de incendios) ha comenzado muy pronto...no sé si alguien se pudo imaginar que iba a ser tan larga como lo está siendo”, explica Paniagua, un exempleado de banco nacido en Alcalá de Henares que se mudó a Australia hace más de siete años.
Paniagua, que siente una mezcla de orgullo y humildad por su labor como bombero, ha sido testigo de la devastación dejada por las llamas que arden East Gippsland, uno de los municipios declarados en estado de desastre la semana pasada y donde se ha ordenado la evacuación de miles de personas por la proximidad de las llamas. “Una semana antes estaba en el mismo sitio y nunca me iba a imaginar que iba a pasar eso: ver las casas destruidas, pero sobre todo ver que una casa estaba en buen estado y las siguientes tres completamente destruidas, los coches derretidos. Es muy impactante”, confiesa. En su labor como bombero forestal, que se circunscribe a la protección de espacios públicos como los parques o las reservas y muy pocas veces en la protección de las propiedades, también ha visto en algunas ocasiones el impacto en la fauna. “Si los ves es una lástima porque si ves que han sufrido quemaduras o que tienen quemaduras cerca de la boca es muy probable que los animales no vayan a sobrevivir”, cuenta el madrileño, quien ha visto principalmente koalas afectados. “Me imagino que los koalas tratan de buscar refugio en lo alto de los árboles y muchas veces no tienen tiempo de huir”, comentó al referirse a este marsupial que es una de las principales víctimas de los incendios forestales, que se calcula que han afectado o matado a mil millones de animales en Australia. Paniagua subraya que existen varias clases de bomberos y que él se dedica a trabajar muchas veces en labores, con maquinarias o con palas y otras herramientas, en el perímetro de los incendios creando o reforzando los cortafuegos o evitando que los árboles caídos se vuelvan a encender. “Lo que tenemos que hacer es patrullar todo el perímetro del fuego, asegurarnos de que nada esté ardiendo y si encontramos un árbol muchas veces tenemos que cavar esas raíces y esas hojas pequeñitas para que se acabe”, relató Paniagua, quien llegó a Australia a estudiar inglés.
Aunque Paniagua insiste en que su trabajo es genial y no corre peligro por todas las regulaciones de seguridad laboral en Victoria, reconoce que el primer incendio que vio en Australia lo atemorizó.
“Recuerdo que iba conduciendo por la carretera y había llamas en el lado derecho de unos diez metros de alto y caían brasas en la carretera. Le dije a mi compañero de coche: si el trabajo que tenemos que hacer es allí, cojo el coche y me doy la vuelta”, comenta Paniagua, quien ahora se siente confiado de su labor. Entre los riesgos de los bomberos están, además del fuego, los accidentes de tráfico en los caminos difíciles por los que tienen que aventurarse o la caída de árboles, explica. Paniagua se siente emocionado por las muestras de agradecimiento de los australianos. “Muchas veces vas a tomar un café y la gente te lo quiere pagar y te llenas de orgullo sobre todo porque estás haciendo algo para ayudar a la comunidad”, afirma.