hasta ahora nada le ha funcionado al presidente estadounidense, Donald Trump, para frenar el juicio político en su contra. Sumergir a Estados Unidos en una crisis de proporciones desmesuradas con Irán parece haberse convertido en su última baza, un arriesgado intento que podría salirle muy caro.
Los medios del país han descrito la orden de Trump para acabar con la vida del poderoso comandante iraní Qasem Soleimaní como un “impulso”, una decisión tan agresiva que dejó estupefactos a altos cargos del Pentágono y que la Administración ha justificado por el peligro de un supuesto “ataque inminente”.
Antes que Trump, los presidentes George W. Bush (2001-2009) y Barack Obama (2009-2017) ya sabían dónde se hallaba Soleimaní. El militar iraní no se escondía y todos en Washington le señalaban como el arquitecto de la política expansionista de Irán en Oriente Medio. Sin embargo, antes que Trump, ningún presidente de EEUU se había atrevido a atentar contra Soleimaní: el precio podría ser alto y las consecuencias, impredecibles. Entonces, ¿por qué el mandatario dio ahora ese paso?
Michael Traugott, profesor de la Universidad de Michigan y experto en opinión pública, dice que “probablemente” Trump tuvo en cuenta dos importantes acontecimientos: el juicio político (impeacment) en su contra y las elecciones presidenciales de noviembre de este año, en las que se presenta a la reelección. “Lo que él quiere es que los medios y los miembros del Congreso hablen de otra cosa que no sea el juicio político”, resume.
desvío de atención Y, en parte, Trump lo ha logrado. Desde la muerte de Soleimaní la crisis con Irán ha llenado los informativos y las portadas de los grandes periódicos estadounidenses. Incluso Nancy Pelosi, la demócrata de mayor rango en Washington, ha entrado al juego y el pasado lunes anunció que la Cámara de Representantes, que ella preside y donde los demócratas tienen mayoría, votará esta semana para “limitar” los poderes que actualmente Trump tiene para ir a la guerra con Irán.
Aunque de momento ha tenido éxito, a Trump las apuestas podrían salirle muy mal. El mandatario ha repetido en varias ocasiones que no quiere ir a la guerra con Irán y que quiere sacar a EEUU de las “guerras interminables” de Oriente Medio; pero parece que, esta vez, se ha dejado llevar por la vanidad y el deseo de mostrar la supremacía militar de su país.
el precio de la independencia “Su postura es EEUU primero’”, explica Traugott. “Para Trump, demostrar fuerza es ordenar un ataque sin consultar a líderes extranjeros, demostrar fuerza es lanzar una acción agresiva de manera independiente. Y él tiene una razón, defender la independencia de EEUU”. Claro que actuar por separado tiene un precio. Justo después del bombardeo, varios aliados de EEUU, incluidos Francia, Alemania y Reino Unido, expresaron su preocupación por la escalada. Pese al rechazo del ataque a nivel mundial, dentro de EEUU, la base electoral de Trump aprueba su movimiento contra la República Islámica.
Una encuesta del diario HuffPost publicada el pasado lunes muestra que el 61 % de quienes votaron por el mandatario en 2016 respalda por completo su decisión, mientras que el 85 % de los que apoyaron a la candidata demócrata Hillary Clinton rechaza totalmente lo ocurrido. “La base de Trump ve esto como una afirmación del dominio estadounidense, tal y como él quiere que lo interpreten. Y ciertamente (Trump) usará una narrativa de dominio y control para describir este suceso”, indica Madiha Afzal, experta en relaciones internacionales en el centro de pensamiento Brookings.
No obstante, las cosas podrían complicarse si acaba metiendo a EEUU en un conflicto bélico, ya que en los últimos años ha crecido el rechazo de los estadounidenses a las intervenciones militares en el extranjero, especialmente tras la guerra de Irak, según datos de la consultora Gallup. Si la crisis escala y se transforma en una guerra con muertos estadounidenses y envío masivo de tropas, entonces Trump podría tenerlo difícil para vender su mensaje. Y el coste podría ser la reelección.