En general puede definirse como un proceso mediante el cual el poder Legislativo puede derrocar a un presidente si considera que ha cometido un crimen. En concreto el impeachment, es precisamente eso, un proceso en el que un funcionario público es acusado de violar la ley, y sometido por ello a escrutinio en el Senado, lo que no significa que vaya a ser destituido de su cargo de manera automática. Según refleja la Constitución estadounidense, el presidente, el vicepresidente y todos los funcionarios civiles de país “serán destituidos de su cargo por acusación y condena por traición, soborno u otros crímenes y delitos menores”. Pero dada la amplitud de la definición, el Congreso puede iniciar el proceso de destitución debido a una actividad criminal, a abusos de poder o a cualquier otra presunta infracción.

Normalmente, es el Comité Judicial de la Cámara Baja el que inicia los trámites y emite una resolución con los cargos a “juzgar” contra el presidente, que después deben ser votados por la Cámara de Representantes y por el Senado. Las razones para la destitución, denominados artículos del juicio político (Articles of Impeachment) son enviadas al pleno de la Cámara, donde se debatirán y votarán cada una de ellas.

Si alguna de ellas es aprobada por mayoría simple el presidente será sometido al proceso. Una condición que no supone que este abandone sus funciones oficiales, en espera de la decisión final de los senadores. Una vez cumplido el primer trámite en la Cámara de Representantes, el Senado recibe los artículos del juicio político y se consensúan las reglas y procedimientos que se seguirán.

El juicio político propiamente dicho se celebra en el Senado. En esta Cámara se elige un grupo de legisladores que harán las veces de fiscales, mientras que el resto hace de “jurado”. Se necesitan dos tercios para declarar culpable al presidente. En esta parte del proceso el mandatario está representado por sus abogados. Después de ser escuchados los argumentos a favor y en contra, los senadores se reunirán en sesión privada para debatir el veredicto. La votación sobre el veredicto se realizará en sesión pública y necesitará contar con los votos de una mayoría cualificada de, al menos, los dos tercios de los senadores. Si el resultado es favorable se retirarán todas las atribuciones al presidente e incluso se le puede prohibir, siempre que así lo decida el Senado, la práctica de cualquier actividad en la administración pública de manera permanente.

Tres han sido los presidentes que han afrontado un juicio político y dos fueron absueltos: Andrew Johnson, en 1868; y Bill Clinton, entre 1998 y 1999; y Richard Nixon, quien renunció en 1974 al comenzar el proceso tras el escándalo del Watergate. El único presidente de EEUU que dejó el cargo antes de terminar su segundo mandato fue el republicano Richard Nixon (1969-1974).

Por otra parte, solo dos expresidentes, ambos demócratas, han sido sometidos a juicio político: Andrew Johnson (1865-1869), quien entró en la Casa Blanca tras el asesinato de Abraham Lincoln; y Bill Clinton (1993-2001), pero ambos fueron eximidos de las acusaciones que se vertieron en su contra. Clinton, el caso más controvertido de la edad moderna, ocurrió a raíz del escándalo sexual de la becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky en 1998, pero logró salir airoso con el voto a favor de su inocencia de 55 de los 100 senadores respecto al cargo por perjurio, y obtuvo un empate en el cargo presentado en su contra por obstrucción a la justicia.