Rabat - La sorpresiva dimisión del enviado de Naciones Unidas para el Sáhara Occidental, el alemán Horst Köhler, ha dejado al conflicto del Sáhara en una situación llena de interrogantes tras haber conseguido juntar a las partes en la mesa de negociaciones.

La ONU informó en un comunicado de que su secretario general, Antonio Guterres, recibió una llamada de Köhler, quien le informó el miércoles por la noche de su decisión de dimitir por “motivos de salud”, que no precisó.

En el corto período que ha durado su misión en comparación con sus tres predecesores, Köhler, nombrado en agosto de 2017, ha conseguido por primera vez romper la absoluta congelación en la que se encontraba el conflicto hace más de seis años, y logró al menos juntar a Marruecos y al Frente Polisario en conversaciones directas en Ginebra.

Así, Marruecos y el Polisario, junto a Mauritania y Argelia, se reunieron en dos ocasiones bajo la mediación de Köhler, en los pasados meses de diciembre y marzo. Para el politólogo marroquí Mohamed Chagraoui, reunir a todas las partes en un diálogo directo fue el mayor logro de Köhler para “establecer la confianza”, pero destacó que esto no estuvo acompañado de propuestas concretas para poner fin al conflicto. “El propio Köhler reconoció la dificultad de encontrar una solución”, precisó Chagraoui, quien añadió que su misión se ha topado con “la postura ambigua” de algunos países miembros del Consejo de Seguridad sobre este particular.

El politólogo añadió que otro elemento de “presión” que pesó sobre Köhler, como fue el exitoso empeño de EEUU en reducir el mandato de la misión de paz de la ONU en el Sáhara, Minurso, de un año a seis meses, lo que provocaba un maratón de trabajo, reuniones y desplazamientos dos veces al año.

Estados Unidos no oculta que pretende presionar a las dos partes a seguir con el proceso de negociaciones impulsado por el enviado especial de la ONU, y a encontrar una solución a uno de los típicos conflictos enquistados en el mundo.

Köhler, que decidió desde el comienzo de su misión residir en Alemania en lugar de Nueva York -lo que posiblemente debilitó también su margen de maniobra, al estar fuera de los centros de poder- se ha distinguido de sus predecesores, al menos, por ser el único que no fue criticado por ser favorable a una u otra parte.

Ahora, con la dimisión de Köhler, se plantean interrogantes sobre el futuro del proceso de paz y del difícil diálogo político iniciado entre unas partes que no se han movido un milímetro de sus posturas: mientras Rabat ofrece una amplia autonomía al territorio bajo su soberanía, el Polisario exige un referéndum de autodeterminación con opción de independencia.

A la espera de que el secretario general de la ONU nombre a un nuevo enviado especial para el conflicto, tanto Marruecos como el Polisario lamentaron la dimisión. - Efe