El campo de candidatos demócratas a la presidencia de Estados Unidos no para de crecer y esta semana ha adquirido mucho más peso con la entrada en liza del aspirante presidencial “casi permanente”, Joe Biden.
Casi permanente porque esta será su tercera intentona de ocupar la oficina oval, después de sus candidaturas en los años 1988 y 2008, cuando le sobrepasó Barack Obama. No obstante, entonces tuvo el premio de consolación de la vicepresidencia.
Biden flirteó con la candidatura también cuatro años atrás, pero se vio sobrepasado por el apoyo masivo que el liderazgo demócrata ofreció a la exprimera dama Hillary Clinton y renunció a entrar en una carrera con escasas probabilidades de ganar.
Biden, que fue senador por Delaware durante 34 años y vicepresidente por ocho, llega bien curtido a la carrera electoral pero tanta experiencia y actividades públicas le acarrean dos problemas: el biológico, por su edad avanzada, y el político, porque en tantos años de cargo público ha dicho muchas cosas que eran oportunas en su momento, pero que hoy en día están o pasadas de moda o son contrarias a la nueva ortodoxia del Partido Demócrata.
Biden, que tiene ahora 76 años y habría cumplido los 78 en la toma de posesión si ganase las elecciones presidenciales, no es el más viejo de los candidatos, pues su correligionario y senador por Vermont, Bernie Sanders, es un año mayor que él. Ambos hacen parecer un pimpollo al actual presidente, pues Donald Trump, con sus 73 años, forma parte de la generación de la postguerra y su energía inagotable contrasta con la apariencia senil de Biden y Sanders.
Pero esto no parece ser un problema, pues Sanders hace furor entre los jóvenes demócratas y Biden ocupa el primer puesto de la lista en las encuestas de popularidad de su partido.
Sin semejanzas Comparando a Biden con Trump, es difícil hallar puntos de semejanza. Trump es un empresario que cuenta sus haberes en miles de millones, mientras que Biden no alcanza ni siquiera un modesto millón (se estima que su patrimonio es de unos 800.000 euros). Y si las diferencias en estilo personal e historia familiar son enormes, todavía llama más la atención su estilo político.
El anuncio de Biden de que se lanzaba al ruedo presidencial fue tan discreto que los diarios no lo recogieron hasta el día siguiente: lo hizo mediante un vídeo divulgado de madrugada y que la gente tan solo pudo ver en los programas matutinos de televisión. Todo un contraste con la candidatura anunciada por Trump en 2015, desde el lujoso edificio en que vive, recogida en directo por todas las televisiones. El mensaje de Biden fue un rechazo a todo lo que representa y dice Trump, lo que tiene una gran lógica dentro de su partido, pero no es muy seguro que apele a los sectores decisivos, los que votaron por Trump y los que piensan repetir gracias a la buena marcha de la economía.