Washington - El Gobierno de EEUU negó ayer cualquier responsabilidad en la muerte bajo su custodia de una niña guatemalteca de siete años que sufría deshidratación y que había cruzado con su padre irregularmente la frontera desde México. La Casa Blanca describió lo sucedido como una “situación trágica” y “horrenda”, pero evitó asumir cualquier responsabilidad y, de hecho, aprovechó para instar a la oposición demócrata en el Congreso a aprobar las leyes que ha pedido el presidente estadounidense, Donald Trump, para “desincentivar” la llegada irregular de inmigrantes.

En declaraciones a la prensa, funcionarios de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza informaron de que la niña y su padre formaban parte de un grupo de 163 migrantes que fueron detenidos sobre las 21.15 horas local del 6 de diciembre en el estado de Nuevo México y en medio del desierto. Desde su arresto hasta las 04.30 horas, la menor, su progenitor y el resto de migrantes estuvieron en unas instalaciones migratorias, donde tuvieron acceso a agua, comida y aseos; y después fueron trasladados en autobús a otro centro a 150 km de distancia, siempre según el relato de los funcionarios.

Allí, el padre alertó de que su hija había estado vomitando y no respiraba, de forma que inmediatamente fue trasladada en helicóptero a un hospital infantil de El Paso (Texas), adonde llegó con un paro cardíaco. En el centro sanitario lograron reanimarla, pero murió horas después. - Efe