MOscú - Rusia dio ayer por concluida la ofensiva del Ejército sirio para recuperar el control total sobre el suroeste de Siria y señaló como el próximo objetivo a la provincia norteña de Idleb, último refugio tanto para la oposición armada como para los grupos yihadistas. “En el transcurso del último mes se ha llevado a cabo una operación única en su género para aniquilar a los grupos armados ilegales en las provincias de Deraa, Al Quneitra y Al Sueida, en el sureste del país”, dijo en rueda de prensa en Moscú el jefe de operaciones del Estado Mayor ruso, el general Serguéi Rudskói.

El régimen del presidente sirio, Bachar al Asad, ha recuperado el control sobre todo el territorio de las tres provincias, porque de hecho la oposición moderada fue forzada a rendir las zonas que controlaba, algo que no oculta Moscú. Las tropas rusas desplegadas en Siria “llevaron a cabo acciones en las zonas controladas por la oposición moderada para pacificar a los grupos armados ilegales y restablecer el control gubernamental”, explicó Rudskói.

Las milicias opositoras pudieron elegir entre acogerse a una amnistía y deponer las armas, o ser evacuados junto a sus familias a la provincia de Idleb, último bastión que les queda a los rebeldes en Siria. Según el general ruso, más de 4.300 milicianos de la oposición moderada fueron evacuados a esa provincia fronteriza con Turquía, en la que están desplegadas las tropas turcas que garantizan su seguridad. Tampoco oculta Rusia que el próximo objetivo es recuperar Idleb, aunque deberá negociar con Ankara para que retire a sus soldados de la provincia.

El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, afirmó ayer en Singapur que ahora toca “rematar a los terroristas que aún quedan, en particular en Idleb”, una de las cuatro zonas de distensión creadas por Rusia, Irán y Turquía durante sus negociaciones en el llamado “proceso de Astaná”. También las tres provincias sureñas estaban integradas en una de las zonas de distensión, que en práctica ha dejado de existir, al igual que la de Guta Oriental (provincia de Damasco), recuperada en otra ofensiva gubernamental que concluyó el pasado mes de abril.

Pero según el régimen de Al Asad y el Kremlin, en realidad los destacamentos yihadistas “que se hacían pasar por oposición moderada (...) controlaban más del 55% del territorio de la zona de distensión Sur”, argumentó Rudskói. “Los grupos terroristas libraban permanentemente combates con los destacamentos de la oposición moderada con el fin de ampliar sus territorios”, dijo el general ruso, quien subrayó que la población civil era rehén de la situación y padecía la falta de alimentos, de medicinas e incluso de agua potable. Agregó que la ayuda humanitaria canalizada por organizaciones internacionales caía, como regla, en manos de los terroristas y no llegaba a la población civil. “Todos los intentos de los habitantes de defender sus derechos o propiedades eran castigados por los terroristas, incluso con ejecuciones públicas”, dijo Rudskói.

Los mismos argumentos valen para Idleb, donde según Al Asad “hay decenas de miles de terroristas”, entre los cuales el presidente sirio incluye a los activistas de la ONG Cascos Blancos, parte de los cuales fueron evacuados hace unos días a Jordania a través de los Altos del Golán.

El Ejército sirio, en sus sucesivas ofensivas para recuperar territorios controlados por la oposición -en Alepo, Guta Oriental, Deir al Zur y, en las últimas semanas, en el sur del país- ha permitido que milicianos y civiles contrarios al Gobierno fueran evacuados desde esas zonas a Idleb. Y ahora que los sirios han reconquistado prácticamente todo el país, con la salvedad de los territorios donde están desplegadas tropas de Estados Unidos, Damasco y Moscú, ya preparan el terreno para librar la que podría ser la última batalla de la guerra.