Bruselas- Desde el décimo piso del edificio Berlaymont, la sede de la Comisión Europea en Bruselas, Margrethe Vestager, comisaria de Competencia, se ha convertido en uno de los personajes más populares del Ejecutivo comunitario. Y lo ha hecho plantando cara a las corporaciones más poderosas del mundo como Apple o Google.
Estamos llegando ya al final de esta legislatura. Después de todos estos años, ¿cómo describiría su trabajo para quien no lo conozca?
-Lo que hago es trabajar en nombre de los consumidores europeos aplicando la ley. Tengo muy poca legislación. Básicamente las normas que aplico son de hace 60 años. Es por eso que buena parte del trabajo es controlar los mercados, asegurarnos de que ningún precio se ha pactado a puerta cerrada o que, como en el caso Google, no se abusa de una posición dominante. Por la naturaleza del trabajo continuará hasta el mismo último día del mandato, de forma que pueda seguir al mismo alto nivel en el primer día de la siguiente legislatura. Y eso es muy importante, porque no puedes tener una situación en la que las empresas puedan decir oh, es su último año, está replegándose, podemos hacer lo que queramos. Eso no puede ocurrir. Tenemos que trabajar cada día del mandato para asegurarnos de que los mercados funcionan.
Llegó a esta oficina en el año 2014 y saldrá -o no- en el año 2019. El mundo ha cambiado mucho estos años. ¿Cómo ha afectado eso a su trabajo?
-Una de las cosas más obvias para mí es que estamos en una revolución industrial y social porque la tecnología digital se está desarrollando muchísimo: blockchain o la inteligencia artificial son ejemplos. Todos los sectores de nuestra sociedad se están digitalizando. Desde los más básicos como la agricultura hasta las administraciones públicas, sanidad, movilidad, incluso nuestras relaciones personales y democracias. Esto ha tomado incluso más velocidad desde que llegué a esta oficina. Por supuesto es una de las cosas que más afectan a nuestro trabajo, lo vemos cuando hacemos control de fusiones o en los casos antimonopolio como fue el de Google, que nos ha tomado muchísimo tiempo y recursos. Pero también en las ayudas de Estado, porque observamos que muchos gobiernos quieren invertir más y tener las estructuras digitales que necesitamos. Por suerte o por desgracia, los cambios en los que nos encontramos cambian también la forma en la que trabajamos.
Decía usted antes que la legislación con la que tiene que trabajar es muy antigua, y hemos charlado de nuevos casos como el de Google. ¿Tiene la Comisión Europa las herramientas para hacer frente a todos los retos de la competencia en la era de Internet?
-Decir que tenemos una legislación antigua sería una respuesta muy corta. El hecho es que tenemos una legislación vieja en nuestros tratados porque los padres fundadores pensaron que el mercado sería necesario para mantener la paz, porque habían visto lo que los monopolios que habían hecho en la década de los años 30 fueron parte del origen de la Segunda Guerra Mundial. Así que pensaron que los mercados deberían servir a los ciudadanos, y no a sí mismos, haciendo las empresas cada vez más y más grandes, y con ingresos cada vez mayores. Esto es lo fundamental. Y sobre ello hemos construido distintos tipos de legislación y desarrollamos nuestras herramientas.
Cuando tocamos a las puertas de las compañías por las mañanas muy temprano porque sospechamos que está ocurriendo algo que no debería estar pasando, necesitamos información tecnológica forense, porque debemos encontrar cosas que ellos pensaban que habían eliminado. También necesitamos las herramientas para hacer una copia total de los servidores, confiscar teléfonos y ordenadores, de forma que cuando volvemos a casa tenemos unos 8.000 documentos. De forma que también necesitamos tecnología para minar esos datos y documentos para encontrar la pistola humeante. Además debemos poner esos 8.000 documentos en orden, porque si enviamos una declaración de objeciones la compañía debe tener acceso a toda esa información y si solo los ponemos en una gran montaña no tienes ninguna opción de defenderte.
Así que tenemos bastantes herramientas y las seguimos desarrollando. Hemos puesto en marcha un estudio para preguntarnos: ¿deberíamos tener también nosotros un algoritmo? Porque creemos que los algoritmos y la inteligencia artificial cada vez interactúan mejor entre ellos y entonces quizá necesitaremos nuestro propio algoritmo para hacer de policía. Si dos algoritmos conspiran para decidir sobre los precios de forma que puedan aumentar sus ingresos y sacar de la carretera a sus competidores, ¿necesitaremos este algoritmo? ¿Y cómo vamos a hacerlo? Estamos trabajando mucho en ello. Queda mucho por hacer. Pero debemos preguntarnos también cómo vamos a regular el mercado cuando los modelos de negocio cambian, cuando las formas en las que se producen ingresos cambian? ¿Cómo lo abordamos?
¿Pero es posible tener una legislación que se mueva a la misma velocidad que el mercado en Internet?
-No podemos movernos a la misma velocidad que los que violan la ley, porque nosotros estamos sujetos al Estado de Derecho y los procedimientos adecuados, como debe ser. No toma mucho tiempo robar una casa, pero sí que se tarda en descubrir quién lo hizo y condenarlo. Porque necesitas demostrarlo y tener los datos. Es parte de la naturaleza de lo que hacemos: va a tomarte tiempo, aunque trabajamos en modelos para ser más ágiles.
Se habla siempre mucho de la renacionalización de algunas competencias en manos de Bruselas, pero normalmente no se discute que la competencia debe ser algo vigilado desde aquí porque casi ningún Estado miembro en solitario podría haberle metido mano al caso de Apple, por ejemplo. ¿Es un éxito europeo?
-Sí y creo que lo ha sido desde hace mucho tiempo, pero parece mucho más claro cuando ves las diferencias entre todas las empresas que pagan sus impuestos y crean empleos en comparación con las que abusan de su posición dominante, que quizá no paguen sus impuestos y que quizá no creen demasiados empleos. Y para toda esa gente que está trabajando duro en su empresa creo que es positivo decirles que estamos cuidando de ellos. Lo mejor es que aquí tenemos una cooperación muy estrecha con las autoridades nacionales y están de nuestro lado. Sí, tenemos muchísimo poder en el lado de la democracia europea, pero también necesitamos que ese poder esté representado en las democracias nacionales. Habiendo vivido esto de primera mano me hace ser muy positiva sobre cómo resolver este puzle de qué hacer en Europa y qué hacer en los Estados miembros.
¿Es Internet un espacio libre para los monopolios?
-Como mínimo no es el espacio libre para el espíritu humano que pensamos en sus primeros días. Y eso no fue hace tanto, cuando creíamos que todas las personas podrían conectarse desde cualquier lugar y tener acceso a toda la información de forma que podrían construir redes como nunca habíamos visto antes, con gente que pensaría como ellos pero también con ciudadanos que defenderían posturas distintas. Eso desapareció pronto, y con ello esa visión optimista, diría que casi ingenua. No creo que tenga que ser un espacio libre para monopolios pero de alguna forma lo será por la naturaleza de la dramática caída de los costes marginales, por la habilidad de desarrollarse tan rápido? Pero dicho eso es también un espacio de innovación y para que otros usen exactamente los mismos mecanismos para crecer rápido. Pero eso no se puede dar por hecho, no ocurrirá de forma natural.