Roma - Algunos de los inmigrantes que viajan en el barco Aquarius recuerdan su experiencia en Libia, país desde el que zarparon y que describen como “un agujero negro” de hambre, esclavitud y latigazos. Uno de ellos es Ibrahim, sudanés de 20 años que en Libia sufrió toda clase de vejaciones en una casa del desértico pueblo de Sabha: “Me golpearon con una barra de hierro y luego con una goma y, mientras, los hombres me grababan y se reían de mí”, recordó. Le grababan, afirma, para obligar a su familia a ofrecer más dinero a cambio de su libertad: “Siguieron enviando diariamente vídeos e imágenes de ellos golpeándome, pidiendo más y más dinero”. Fue subastado “por hombres de piel clara” a cambio de 1.000 dinares libios, unos 630 euros. “El hombre que me compró continuó golpeándome todos los días. Solo me daba agua salada y galletas saladas. Tiraba las galletas al suelo, como a un animal, y yo las comía. Solo pedía comida”, relató. - Efe
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