París - El presidente francés, Emmanuel Macron, abrió ayer la puerta a que la Constitución del país recoja la singularidad de Córcega, una de las principales reivindicaciones de los nacionalistas de la isla, pero rechazó las otras, como la cooficialidad de la lengua o el estatus de residente. En su segundo día de visita a Córcega, la primera como jefe de Estado, Macron pronunció un discurso en Bastia, segunda ciudad de la isla, rodeado de cinco banderas francesas y europeas y sin ningún símbolo corso. Un escenario cargado de simbolismo desde el que, en la línea de lo asegurado la víspera, descartó la salida de Córcega de Francia y propuso abandonar ese debate para centrarse en los problemas de los ciudadanos, a quienes prometió desarrollo económico para hacer de la isla la “punta de lanza” de la política francesa en el Mediterráneo.
Un día después de haber descartado cualquier medida de gracia con los presos corsos, otra de las peticiones de los independentistas, Macron mantuvo su firmeza frente a sus reivindicaciones. La única concesión que hizo fue mostrarse favorable a que Córcega figure en la Constitución, dentro de la reforma que su Gobierno está preparando y que debe ser aprobada la próxima primavera. De esa forma, indicó, se garantiza su “afianzamiento” dentro del país, pero también se “reconoce su identidad”, aunque evitó explicar qué implicaría ese reconocimiento.
Contrario a que se modifique el estatuto de Córcega, que entró en vigor en enero pasado y que ofrece mayor poder a las instituciones locales, Macron anunció que en el próximo mes se negociará con las autoridades de la isla la manera en la que se hará esa mención en la Carta Magna.
Propuso que en la mención se busque para la isla de Córcega un punto intermedio entre las regiones ultraperiféricas, como Nueva Caledonia, y las continentales. Resta por ver si esa concesión contenta a las dos figuras del nacionalismo, el autonomista Gilles Simeoni, actual jefe del Ejecutivo corso, y el independentista Jean-Guy Talamoni, presidente de la Asamblea.
en desacuerdo con Macron Ambos se reunieron la pasada noche con Macron e hicieron saber a través de su entorno que no estaban de acuerdo con la posición del dirigente, que consideraron poco flexible y cerrada a las peticiones del pueblo expresadas en las elecciones regionales de diciembre pasado.
Muestra de su descontento fue que boicotearon ayer un almuerzo con Macron, aunque acudieron a su discurso, que no aplaudieron, en el que vieron cómo el presidente solo asumía, y de forma vaga, una de sus reivindicaciones. En su largo discurso, el jefe de Estado francés dijo que la mención en la Constitución no debe ser retórica, sino “útil” para contribuir al desarrollo de los corsos. Porque, según el mandatario, esa debe ser la prioridad, la de mejorar la vida de los ciudadanos, para lo que comprometió el esfuerzo del Estado.
Buscar la especificidad corsa que reclaman los nacionalistas es hacerlo dentro del Francia, insistió Macron, quien señaló que Córcega, una isla muy montañosa, debe afianzar su identidad mediterránea y ser ejemplo de economía ecológica y sostenible.
El presidente desgranó medidas económicas para mejorar la situación de una de las regiones más pobres del país y aseguró que “pertenecer a Francia no es perder su alma, es beneficiarse de la solidaridad nacional”.
No al idioma corso Recordó que el actual estatuto de la isla ofrece a la región más autonomía que ninguna otra del territorio europeo de Francia y aseguró que esa especificidad no debe ser fuente de división con el resto del país, por lo que rechazó el reconocimiento del corso como lengua oficial. “El corso es la lengua más apoyada por el Estado”, afirmó Macron, quien indicó que “el bilingüismo es enriquecedor”, pero se negó a situarle al mismo nivel que el francés porque supondría “aventajar a unos ciudadanos frente a otros”.
El presidente también resaltó que trabajará para que se restablezca la seguridad en Córcega porque, manifestó, “la violencia ha durado ya demasiado tiempo”. Aunque hace casi cuatro años que no hay atentados terroristas, Córcega es escenario de vandalismo de baja intensidad que lleva el sello del nacionalismo, una lacra que Macron aseguró que frena el desarrollo de la isla, por lo que, recalcó, “debe desaparecer”. - Efe