Londres - Las restricciones al intercambio de bienes y servicios entre ambos lados del Canal de la Mancha serán “inevitables” si el Reino Unido opta por abandonar el mercado único y la unión aduanera cuando rompa sus lazos con la Unión Europea, alertó ayer el negociador jefe de la UE, Michel Barnier. El exministro francés de Exteriores (2004-2005) se reunió ayer en Londres con la primera ministra británica, la conservadora Theresa May, y el ministro británico para el Brexit, David Davis, a fin de preparar el diálogo sobre la fase de transición que se abrirá tras la salida oficial del Reino Unido de la UE, el 29 de marzo de 2019. Esta semana comenzarán los contactos para tratar de acordar los términos de ese periodo, de unos dos años, en el que Londres espera mantener los beneficios de las estructuras comunitarias.
El diálogo para diseñar la futura relación comercial, sin embargo, no se iniciará al menos hasta después de marzo, según avanzó Barnier, que consideró que el Reino Unido debe dedicar las próximas semanas a “clarificar su posición” en ese terreno.
“Ha llegado el momento de tomar decisiones”, dijo el negociador comunitario en una comparecencia ante los medios en el número 10 de Downing Street, residencia oficial de la primera ministra británica. Barnier enfatizó que “sin unión aduanera y fuera del mercado único, las barreras al comercio y a los servicios son inevitables”.
Advirtió asimismo de que existen “algunas divergencias” entre ambos lados del Canal sobre los detalles de la futura etapa de transición y de que todavía queda “trabajo por hacer” para garantizar una “salida ordenada” del Reino Unido de la UE.
Junto a él intervino Davis, que resaltó que su Gobierno ha publicado “una enorme cantidad” de información sobre sus planes de futuro. Tras varios días de polémica en las filas del Partido Conservador sobre la profundidad de la ruptura con la UE que quiere ejecutar el Gobierno, Davis recalcó que su intención es abandonar la unión aduanera.
Ese acuerdo permite a sus miembros beneficiarse de los acuerdos comerciales firmados con terceros países por la UE, un bloque de unos 500 millones de consumidores, pero les impide firmar sus propios pactos internacionales. “Queremos un amplio acuerdo de libre comercio y un acuerdo aduanero (con la UE). Queremos que el comercio se produzca con las menores restricciones posibles, siempre que mantengamos la capacidad de firmar acuerdos de libre comercio con el resto del mundo”, señaló el ministro británico. “Vamos a abandonar la unión aduanera, pero queremos el mejor futuro para el Reino Unido”, sostuvo Davis.
La polémica interna entre los conservadores arreció cuando el ministro de Economía, Philip Hammon, dijo en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) que el Reino Unido debe separarse de la UE de forma “muy modesta”, unas declaraciones que provocaron el enfado del sector más euroescéptico de la formación de Gobierno. La diputada conservadora Anna Soubry volvió a evidenciar ayer las discrepancias en el seno de la formación al criticar los planes de abandonar la unión aduanera para “perseguir unos acuerdos comerciales” que comparó con “unicornios”. Soubry pidió al Gobierno que “haga las cuentas” y escuche a los empresarios que se han mostrado contrarios a la salida británica de la unión aduanera. La secretaria general de la confederación sindical británica TUC, Frances O’Grady, lamentó por su parte que “al descartar la unión aduanera, el Gobierno ha elegido poner barreras al comercio en Europa”. “Eso será negativo para los puestos de trabajo, para las inversiones y para las empresas”, afirmó O’Grady, que pidió a la primera ministra “que se deshaga de los extremistas del Brexit que hay en su partido”. En las negociaciones sobre su futura relación con la UE, el Reino Unido espera negociar un acuerdo de comercio de bienes con las menores restricciones posibles, así como un pacto que permita a los bancos de la City de Londres continuar ofreciendo servicios financieros en los países comunitarios.
Trump y la sanidad británica La primera ministra británica, Theresa May, se siente “orgullosa” de tener un sistema sanitario público en el Reino Unido “gratuito”, el NHS, dijo ayer un portavoz del Gobierno en respuesta a los tuits del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El mandatario estadounidense se enzarzó en una nueva polémica con el Reino Unido, al criticar en su cuenta de la red social Twitter la sanidad pública británica y subrayar que “miles de ciudadanos protestan” preocupados por el estado del NHS. Ese mensaje estaba, en realidad, dirigido al Partido Demócrata de Estados Unidos por hacer campaña en el país por un sistema de salud universal al estilo del que existe en el Reino Unido.
El ministro británico de Sanidad, Jeremy Hunt, reaccionó a esos comentarios con un mensaje en la misma red social: “El NHS puede afrontar desafíos, pero estoy orgulloso de ser de un país que inventó la cobertura (médica) universal, donde todos reciben cuidados sanitarios sin importar el tamaño de su cuenta bancaria”. Un portavoz del Ejecutivo de May indicó que, “por supuesto”, Hunt “habla en nombre del Gobierno sobre estos asuntos”.
“La primera ministra está orgullosa de tener un NHS que es gratuito”, afirmó la fuente y recordó que actualmente la financiación de ese servicio se encuentra en un “récord máximo” y “se le ha dado prioridad en el presupuesto general, con una partida extra de 2.800 millones de libras (3.161 millones de euros)”.
Señaló que, en la encuesta más reciente del Fondo Internacional de la Commonwealth, el NHS fue elegido “el mejor del mundo por segunda vez”. También el líder del opositor Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, criticó los comentarios de Trump y consideró que está “equivocado”. El líder izquierdista aclaró que la manifestación del pasado fin de semana para exigir más financiación del Gobierno al sistema de salud público no iba dirigida contra este modelo, sino contra lo que “los tories están haciendo al NHS”. - Efe