Washington - La aprobación por parte del Senado de Estados Unidos de la reforma fiscal ha permitido al presidente Donald Trump sumar su primera gran victoria después de casi un año ocupando la Casa Blanca, en el que hasta el momento no había podido cumplir ninguna de sus grandes promesas electorales. Pese a contar con una mayoría en las dos cámaras del Congreso, en sus primeros meses en la presidencia el mandatario había recibido una auténtica lección de aquello que en los años ochenta se dio en llamar Realpolitik, que le llevó a descubrir que no basta con ganar las elecciones para poder gobernar.

Por este motivo, no es de extrañar que Trump, que a primera hora de ayer agradeció a sus correligionarios por su “compromiso”, no tardara en atribuirse el mérito de que la reforma fiscal haya pasado este penúltimo obstáculo, antes de que sea unificada con la versión de la Cámara de Representantes, y pueda ser promulgada. “Tenemos que usar la palabra rebaja. Dije a todos que reforma puede ser que los impuestos suben”, dijo un pletórico Trump durante un acto de recaudación de fondos celebrado en Nueva York en el que explicó sus argumentos para convencer a la bancada republicana de de dar el visto bueno a su propuesta.

Por su parte, la Casa Blanca también celebró la aprobación de la reforma fiscal mediante un comunicado en el que calificó el proyecto como “una oportunidad única en la vida para reclamar el gran destino de EEUU”. Pero su aprobación estuvo lejos de ser un camino de rosas. Ocurrió de madrugada, después de una larga jornada de negociaciones y concesiones por parte del núcleo duro de Trump a sus compañeros republicanos, puesto que la exigua mayoría de los conservadores en la Cámara alta se antojaba insuficiente en caso de que se produjeran disidencias. El único voto republicano en contra, emitido por el senador Bob Corker, y el de todos los legisladores de la oposición no fueron suficientes para tumbar una rebaja impositiva que fue calificada por la líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, de “traición” a la clase media. - Efe