Ciudad de México - Iban Maguregui es un farmacéutico bilbaíno que se encontraba en México, en la planta 19 de un edificio en Santa Fe, situado a más de cien kilómetros del epicentro del seísmo. “Eran la 13.14 horas cuando el edificio comenzó a moverse... y se movía mucho”, relata a DNA. A Iban el terremoto le pilló en medio de una videoconferencia: “Estaba haciendo una entrevista de trabajo y de repente se fue la luz, pero volvió más tarde”. El bilbaíno explica que nunca temió que el edificio se desplomara con él encaramado en la planta 19. “El edificio está construido a prueba de seísmos. Sabía que estaba preparado y estaba relativamente tranquilo creyendo que no se iba a desplomar. O al menos me agarré a eso”, afirma. Al final el edificio cumplió su cometido, pero durante el movimiento de tierra el miedo es inevitable. “El seísmo comenzó poco a poco, lo notas y lo único que quieres es que acabe. Eres consciente de lo que está pasando y claro..., es un terremoto”. La intensidad, que llegó a superar los 7 grados, se percibía con claridad. Según Maguregui todo se movía en el edificio de la localidad mexicana de Santa Fe. “En este tipo de edificios los seísmos se sienten mucho más porque estás altísimo y lo que hace el edificio es pandear. Se mueve de un lado a otro. El movimiento se notó y se notó mucho”, insiste.

Cuando la tierra hace bailar a una mole de estas características, casi un rascacielos, provoca que el tiempo se ralentice. “Eres consciente de lo que pasa. La intensidad fue creciendo hasta que vimos cómo todo se caía; libros, adornos... Todo acabó en el suelo; duró poco más de un minuto, pero el tiempo se hace muy largo”. Iban, que salió ileso, explica que esto es como todo, según en la zona en la que te pille. “Este edificio está en una zona de loma, construido sobre piedra y no tiene nada que ver con Roma Condesa, allí se construye sobre zona húmeda y los edificios no son tan estables como aquí. En las zonas más afectadas va a ser difícil recuperar la normalidad. Esperemos que no haya un tercer terremoto”, explicó.

Compañeros desaparecidos Alberto Moreno, un ciudadano con pasaporte español que reside en Ciudad de México señalaba ayer a Europa Press que “la ciudad parece una zona de guerra”. “Lo he notado como noté el anterior; una sacudida muy fuerte con la que te mareas”. El edificio en el que está su oficina en Ciudad de México se ha derrumbado y hay doce personas que están desaparecidas, sin que hasta el momento hayan sido localizadas por los servicios de emergencia. Moreno se encontraba en el momento del temblor fuera de su oficina en una visita de trabajo en las afueras de la ciudad y en el edificio de su empresa había unas 20 personas de su compañía, de las que 17 consiguieron salir del inmueble. El edificio está situado en la colonia Roma Condesa. “Aquí los mexicanos tienen un trauma enorme por el terremoto de 1985 y ha sido justo el mismo día”, señaló. Moreno recordó que el martes a las 11.00 horas sonaron las alarmas por el simulacro de seísmo que cada año se realiza por cumplirse el aniversario del temblor de 1985 y aseguró que luego “no sonaron las alarmas” por el seísmo real, señaló.