Que los mandatos de Alberto Fujimori terminaran en 2000 y que su hija Keiko no ganara los comicios en 2016 no supone una garantía de democracia en Perú. Las ONG siguen denunciando un escenario vertical y clasista: “Las demandas principales de las organizaciones y pueblos indígenas siguen pivotando en torno a las demandas de consulta, libre consentimiento informado previo, y respeto como personas y como pueblos en igualdad con el resto de la ciudadanía. Pero Perú, en su estructura institucional y política, sigue siendo neoliberal y racista”, considera Jesús González Pazos.
El año pasado, la escritora Claudia Salazar -peruana que da clases en Nueva York- analizaba así la realidad del país: “Hay una sensación de que está polarizado. El mapa electoral resultado de las elecciones del 10 de abril demuestra un Norte que vota por el fujimorismo y el Sur que ha votado mayoritariamente por el partido de izquierda”. Salazar señaló que “Keiko Fujimori y PPK son representantes de la continuidad del modelo económico neoliberal aplicado en el Perú durante las últimas tres décadas y que, si bien ha llevado a un avance en lo que se refiere a cifras macroeconómicas, ha ampliado aún más los márgenes de desigualdad entre la población”.
Así, ya hace un año anunciaba que “la amplia mayoría que el partido de Fujimori ha conseguido en el Congreso le permitirá aplicar a sus anchas la legislación que permita la continuidad sin cuestionamientos del modelo económico”. Esto se traduciría en “no buenas perspectivas para el avance de los derechos de las mujeres y LGTB, ni del respeto a la laicidad del Estado”.
Hace días, Salazar mostraba su preocupación por el carácter “colonial” de un país donde “la esclavitud aún existe”. Aún con acciones senderistas y, añade Jhon Bazán, con la prensa “monopolizada por un grupo de corruptos”. Pazos destaca el populismo de derechas que se impone en los espacios rurales, y del peso de los departamentos mineros en el Sur y los no mineros, en centro y Norte. “La conflictividad social es mayor en los departamentos con brutales efectos de la minería”.
Precisamente el pasado viernes el primer ministro peruano, Fernando Zavala, y todo su gabinete se vieron forzados a renunciar tras perder un voto de confianza del Congreso. La oposición había amenazado con censurar a la ministra de Educación, Marilú Martens, por una controvertida reforma de la carrera magisterial. Como temía Salazar, fue decisivo el voto contrario del fujimorista Fuerza Popular. Zavala afirmó que había sido “un honor servir al país bajo el liderazgo del presidente Kuczynski”.
Pedro Pablo Kuczynski anunció, tras ser elegido, que su formación quería “hacer una revolución social, este país es aún muy retrógrado”. En una ajustada victoria sobre Keiko Fujimori, el conocido como PPK desembarcó en el Gobierno con 77 años y una inusual formación intelectual. “Desde su independencia, el Perú ha vivido en permanente crisis ética, intelectual, física, económica y social”, resume el poeta Juan Ríos.