Juchitán de Zaragoza - Un silencio espeso, como una mezcla de duelo, trauma e incertidumbre, se ha apoderado de Juchitán de Zaragoza, el municipio mexicano más impactado por el potente terremoto, el más grande desde 1932, que sacudió el sur y centro de México en la noche del jueves. “Es muy triste por el suceso y es tal vez el evento más catastrófico que ha tenido Juchitán. (La ciudad) está destruida y donde caminamos está el amigo o el vecino que perdió su hogar. Es muy triste saber que a donde uno va, Juchitán está en ruinas”, explicó a Edgar Mario.

Han pasado casi 48 horas del terremoto que sacudió el centro y sur de México, pero familiares de gente desaparecida, como el policía Juan Jiménez, tienen fe de encontrarlo vivo bajo los escombros. “Tenemos la esperanza de que lo encuentren con vida”, explica Margarita Jiménez, hermana de este funcionario público que el pasado jueves quedó sepultado en el edificio del Palacio Municipal de Juchitán de Zaragoza.

Este municipio del sureño estado de Oaxaca reporta 32 víctimas mortales, del total de 61 contabilizadas hasta ahora a raíz del terremoto de magnitud 8,2 en la escala de Richter, el mayor desde 1932 en México.

Frente las ruinas de este emblemático edificio, y acompañada de su cuñada y su madre, Margarita llora desconsoladamente, presa de los nervios al saber que, a cada minuto que pasa, hay menos probabilidades de hallar a Juan con vida. “Sí entra la llamada al teléfono, pero no contesta. Mi hermana le marcó y sí entró”, asegura la mujer.

Juan tiene 36 años y tres hijos, y empezó a trabajar en la Policía Municipal en Juchitán de Zaragoza hace dieciséis años.

El jueves en la noche hacía guardia en el edificio municipal, que se vino abajo parcialmente y es hoy un ejemplo del impacto de este sismo en varios estados del país. “Han sacado bastante ruinas, pero queda una parte en la que pueda estar”, explicaba la hermana. Frente al edificio, la familia escuchaba ayer cómo los especialistas en rescate de la Marina les pedían estar en calma pese “al momento de desesperación”. “Nos dicen que tengamos paciencia, que no quieren levantar el escombro así de rápido, porque se le puede caer encima”, señaló la hermana.

Un policía experto en rescates explicó que el proceso de remoción de escombros y búsqueda de persona se hace muy cuidadosamente para evitar posibles daños. Después de un primer análisis una excavadora se encarga de quitar los primeros restos de la estructura y, cuando se halla un espacio entre escombros donde podría haber alguien, se envía un perro para que detecte si hay gente, viva o muerta. De no encontrar nada, se prosigue otra vez con la excavadora hasta hallar el siguiente indicio. De esta manera fue como este viernes encontraron una persona con vida entre las ruinas del Palacio Municipal, agregó. Él era uno de los curiosos reunido alrededor de los efectivos de la Marina, el Ejército, Protección Civil y bomberos voluntarios que trabajan en la búsqueda de víctimas y remoción de escombros del Palacio Municipal.

Este edificio, otrora insigne en esta ciudad del Istmo de Tehuantepec, en el sureño estado de Oaxaca, es ahora un triste símbolo del grave impacto que ha tenido en este humilde municipio el sismo de magnitud 8,2 en la escala de Richter.

Según el recuento oficial, en este municipio hay 36 muertos, la mayoría aún bajo los escombros, 7.000 viviendas afectadas y miles de personas damnificadas durmiendo a la intemperie. Quizás por ello, la gente se agolpaba con una solemnidad poco habitual, sin mediar palabra, frente al Palacio Municipal, y seguía con interés toda acción de las autoridades.

Silencio y Zozobra Quizá por ello, el silencio y la zozobra se respira en esta localidad de unos 100.000 habitantes, trístemente convertida en el epicentro de la tragedia por el número de víctimas mortales. La zona más afectada es el centro de la ciudad, donde la luz va y viene y el servicio de agua no se ha restablecido. Para los vecinos, este es un mal menor, pues han pasado los últimos días sentados frente a sus casas o en un albergue al aire libre que las autoridades han habilitado y donde les ofrecen un colchón para poder descansar. En estos sitios apenas se habla y se respira tristeza y consternación.

La población en general vive con pánico las réplicas del movimiento telúrico, que se repiten muchas veces por hora y se sienten con intensidad. Aunque en las calles ayer había cierto movimiento de personas, coches y mototaxis, la práctica totalidad de los negocios estaban cerrados tanto en este municipio como en los vecinos Salina Cruz y Tehuantepec, todos ellos a tocar del Pacífico. En el centro, el halo general era el de ciudad fantasma, o en estado de sitio.

El sismo provocó que reventaran las ventanas y escaparates de muchos establecimientos, que ayer tampoco abrieron por miedo a saqueos ante la falta de agua y víveres. Este es el escenario de caos que se vive en este municipio oaxaqueño, uno de los estados más pobres del país pero también reconocido por su historia, su folklore y su esencia indígena.

Afortunadamente, no toda la costa del Pacífico de Oaxaca se vio afectado de la misma manera por este gran sismo que impactó en más de diez estados de todo el país y lo sintieron hasta 50 millones de personas. La localidad de Huatulco y buena parte de la carretera entre este balneario turístico y Juchitán, de unos 200 kilómetros, se encontraba en perfectas condiciones. No obstante, cerca de Juchitán había peligrosos desprendimientos de tierra y grandes rocas en medio de la vía, que no impedían que camiones y autobuses de pasajeros transitaran por ellas.