londres - Lejos de ser un fin de semana postelectoral tranquilo para Theresa May, la primera ministra vio cómo la prensa británica e internacional, así como figuras importantes de su partido pedían su dimisión, mientras arreciaban las críticas por aliarse a las primeras de cambio con el Partido Unionista Democrático (DUP), que confirmó un principio de acuerdo con los tories. Los unionistas norirlandeses y los conservadores han pactado los “principios de un borrador de acuerdo” para apoyar a un Gobierno de May cuando el Parlamento reinicie sus sesiones la próxima semana, un documento que el lunes será evaluado por el gabinete de la primera ministra.
El ambiente no fue el esperado, más cuando medios conservadores británicos que defendieron a May a capa y espada durante las ocho semanas de campaña electoral piden ahora que deje su puesto. Sin ir más lejos, el siempre conservador Daily Telegraph reconoce que May “lucha por permanecer en Downing Street mientras que dirigentes tories sopesan desafiar su liderazgo”.
Las primeras víctimas del resultado electoral fueron las dimisiones de los dos asesores más cercanos a May, es decir su jefe de personal Nick Timothy y su colega Fiona Hill. Ambos habían sido etiquetados como “tóxicos” y fueron culpados de la catastrófica actuación del partido conservador en las elecciones del jueves.
Timothy, confidente cercano de May desde sus años como ministra del Interior, asumió su responsabilidad en la campaña, pero culpó del decepcionante resultado al aumento del apoyo de los jóvenes al laborismo, en vez de que hubiese sido una ausencia de apoyo a May y los tories. En su escrito, Timothy admitió que los planes para financiar el cuidado de los mayores, que pasaron a ser conocidos popularmente como impuesto de la demencia, marcaron un antes y un después en la campaña: “Lamento la decisión de no incluir en el manifiesto una cifra exacta, tanto por arriba como por abajo, en nuestra propuesta para ayudar a cubrir el creciente coste de la atención social”.
May movió ficha pronto y lo reemplazó por Gavin Barwell, que el jueves perdió su escaño de Croydon Central. Llamando a su lado a un hombre de partido y ex ministro de Vivienda, espera que las críticas aflojen. “Ha sido un ministro de primera y es ampliamente respetado”, recalcó la primera ministra, agregando que “traerá una experiencia considerable al puesto”.
La conservadora insiste en que cuenta con la “legitimidad” para continuar al frente del Gobierno, pero su perdida de 13 escaños cuando su afán era un gobierno “fuerte y estable” no convencen a nadie. Menos aún con su anuncio de formación de gobierno con el Partido Democrático Unionista de Irlanda del Norte (DUP, por sus siglas en inglés), que le dará una frágil mayoría parlamentaria y la ataría de pies y manos a una formación ultra católica que rechaza el matrimonio homosexual y el aborto.
la oposición de Davidson De ahí que la líder del Partido Conservador en Escocia, Ruth Davidson, abiertamente lesbiana y protestante, llamase a defender los derechos de los gais y lesbianas, incluido el derecho a casarse. Sus buenos resultados en Escocia, quitándole parte de los escaños que hasta ahora tenía el Partido Nacional Escocés (SNP), la avalan como una voz que tiene que ser escuchada en Londres. May solo tuvo ayer un amigo fiel que no dudó en dar la cara por ella. Fue el presidente estadounidense, Donald Trump, ofreciéndose a darle “todo su apoyo” y destacando una vez más la relación “especial” entre Estados Unidos y Reino Unido. Sin embargo, esta intervención podría tener más consecuencias negativas que positivas, ya que en Londres no todos apoyan que se dé luz verde a su polémica visita oficial.
Trump fue uno de los primeros líderes en mantener una conversación telefónica con May, tras conocerse el resultado de las elecciones generales. En ella, le ofreció “todo su apoyo” y dio su compromiso a preservar las relaciones bilaterales entre ambos países para conseguir los “objetivos e intereses comunes de cara a los próximos años”.
Ese apoyo transatlántico no coincide con el doméstico, pues el 60% de los simpatizantes conservadores creen que May debería dimitir por su pérdida de la mayoría absoluta y dar paso a un nuevo líder. De los más de 1.500 participantes conservadores en la encuesta, 894 quieren que May se vaya y solo 551 desean que continúe.
“Es la conclusión más alucinante que recuerdo de nuestras encuestas”, explicaba Paul Goodman, encargado de la redacción de la noticia en el portal conservador. “Obviamente, los miembros del partido y nuestros lectores están enojados con las consecuencias de las elecciones”, recalcó.
Goodman no se corta y pide abiertamente a May que incluya en su gabinete a figuras conservadoras críticas con su gestión, como el exministro de Justicia Michael Gove y la ex responsable de Educación Nicky Morgan. De hecho, le deja una recado envenenado: “Es tiempo para la humildad, la reconciliación y para poner todas las manos a la obra”.