LONDRES - La candidata conservadora, Theresa May, y el laborista, Jeremy Corbyn, hicieron ayer un tour por todo el país para arañar hasta el último voto en las elecciones de hoy, las cuales prometen ser más difíciles de lo esperado para la primera ministra en funciones.
Theresa May se presentó una vez más como la única persona que puede negociar y conseguir el mejor acuerdo del Brexit para Reino Unido. Lo cierto es que May convocó las elecciones anticipadas hace 50 días creyendo que iba a poder conseguir un gran apoyo ciudadano y tener una abultada mayoría sobre los laboristas, pero las encuestas no parecen respaldarla.
La líder conservadora dijo que el dinero que hasta ahora iba destinado a proyectos de la Unión Europa podría ofrecer “enormes beneficios” a todo el Reino Unido después de su retirada del bloque común, prevista para los primeros meses de 2019. May recordó cómo las negociaciones con Bruselas empezarán en menos de 15 días y puntualizó que la pregunta que tienen que hacerse los votantes británicos es en quién confían para conseguir el mejor acuerdo para su país.
“El Brexit es la base de todo, necesitamos asegurar nuestra economía para el futuro, tenemos que asegurarnos de conseguir más y mejores empleos, y mejor pagados, así como más oportunidades para los jóvenes en este país. Podemos hacerlo si lo hacemos bien en las negociaciones de Brexit”, exclamó la líder tory.
Por si a nadie le quedaba claro, May también enfatizó las grandes diferencias entre ella y el rival laborista en una serie de temas, incluyendo la respuesta a la amenaza terrorista: “Yo apoyo a la policía disparando para matar a los terroristas, pero Jeremy Corbyn no”.
En su último día de campaña electoral, May conversó con carniceros en el mercado de carne Smithfield en la capital británica, acompañada por su marido, Philip, que rara vez aparece en campaña y que también fue con ella a las ciudades de Southampton y Norwich. Fue en esta última donde advirtió de que un gobierno laborista “arruinaría la economía” y llamó a construir un país que sea “más seguro y en el que ninguna comunidad fuese dejada atrás”.
Por su parte, el líder laborista advirtió de otros “cinco años más de austeridad conservadora” si May gana las elecciones, a la par que prometió más gasto en el sistema sanitario y educativo. En su opinión, el NHS no podría permitirse otros “cinco años más de falta de recursos, falta de personal y planes de privatización”.
Corbyn viajó a la ciudad de Runcorn, donde definió la votación de hoy como una elección sobre el tipo de sociedad en la que los británicos quieran vivir: “Nunca antes hubo una elección más clara entre los partidos. Una elección simplemente entre la esperanza y el miedo”. Corbyn también estuvo en Glasgow y Colwyn Bay, donde instó a los ciudadanos a rechazar el “camino árido” trazado por los conservadores y a respaldar la visión “positiva e inclusiva” del laborismo.
Últimas encuestas Una de las últimas encuestas, la publicada por la cadena ITV muestra por primera casi un empate entre el partido conservador y el laborista de James Corbyn, dejando en el olvido la ventaja de 20 puntos porcentuales que tenía May cuando convocó estas elecciones el 18 de abril. Así, los tories obtendrían un 41,5% y los laboristas un 40,4%, seguidos de los liberaldemócratas con un 6% y del euroescéptico UKIP, con un 3%.
Otra encuesta elaborada por YouGov, pronostica para los conservadores un 42% (de 269 a 334 escaños) y para los laboristas un 38% (de 238 a 302 escaños). Si bien muchos apuntan a cómo en las elecciones de 2015 y en las del referéndum de 2016 no acertaron con sus pronósticos.
Escocia busca la independencia En Escocia, la líder del Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés), Nicola Sturgeon, afirmó que espera que Escocia se independice del Reino Unido en 2025. Las encuestas muestran que el SNP de Sturgeon probablemente repita la mayoría absoluta en Escocia, si bien podría perder algunos de los 54 escaños de los 59 que tiene asignados.
Sturgeon tuvo un duro enfrentamiento con la líder laborista escocesa, Kezia Dugdale, en el Parlamento escocés por las controvertidas afirmaciones de Sturgeon diciendo que Dugdale había respaldado en privado la celebración de un segundo referéndum de independencia. Dugdale la tildó de “mentirosa” y “de no decir la verdad” durante una sesión en la que el presidente de Holyrood, Ken Macintosh, tuvo que intervenir y calmar los ánimos.