WASHINGTON. Mientras el Tribunal Supremo de Arkansas bloqueó la ejecución de Bruce Ward para que se dictamine si el reo está mentalmente capacitado, el Tribunal Supremo de EEUU hizo lo propio con la de Don Davis sin especificar los motivos.

La decisión del Supremo sobre Davis se conoció 15 minutos antes de la pasada medianoche, cuando expiraba su orden de ejecución y cuando todos los testigos ya estaban listos para presenciarla tras más de cinco horas de espera.

Davis, condenado a muerte por un asesinato en 1990 durante un robo a una vivienda, llegó a comer una última cena: pollo frito acompañado de puré de patatas, zanahorias glaseadas, judías y pan, un pastel de fresas de postre y un ponche de frutas de bebida.

En un comunicado, el gobernador de Arkansas, el republicano Asa Hutchinson, mostró su frustración por el "retraso" que suponen las decisiones judiciales para las familias de las víctimas y se mostró confiado en ejecutar este jueves a otros dos presos.

En ese mismo sentido, la fiscal general de Arkansas, Leslie Rutledge, consideró el fallo "descorazonador" para la familia de Jane Daniel, la víctima de Davis, aunque recordó que "quedan cinco ejecuciones programadas sin nada que impida que ocurran".

Hutchinson programó las ocho ejecuciones a finales de febrero poco después de que el Tribunal Supremo rechazase una demanda interpuesta por los presos y diese luz verde a Arkanasas para utilizar las inyecciones letales por primera vez desde 2005.

El lapso de ocho ejecuciones en diez días, sin precedente desde que EEUU reinstauró la pena de muerte hace 40 años, respondía a que uno de los tres componentes utilizados -un sedante conocido como midazolam- caduca a finales de abril y resulta muy difícil de adquirir por la negativa de las farmacéuticas a suministrarlo.

El calendario de Hutchinson desató recelos entre partidarios del castigo capital y rechazo en opositores, ya que la pena de muerte pasa ahora por sus horas más bajas pese a que 1.448 presos han sido ejecutados en EEUU -27 en Arkansas- desde 1977.

Texas ha ejecutado a cuatro reos desde que empezó 2017, mientras que Virginia y Misuri, uno cada uno. Davis, un hombre blanco, está condenado a muerte por el asesinato de Daniel, que tenía 62 años, durante un robo a su vivienda en 1990 y el de hoy fue el sexto intento del estado de Arkansas de ejecutarlo.

A Ward, también blanco, lo condenaron a muerte por la violación y asesinato de una empleada de una gasolinera de 18 años en 1989.

Pese a los intentos fallidos de este lunes, Arkansas pretende ejecutar este jueves a Stacey Johnson, afroamericano, por el asesinato de un guardia de prisiones en 1995 mientras cumplía una cadena perpetua por matar a un empresario cinco años antes.

Ledell Lee, también afroamericano, podría ser ejecutado ese mismo día por la violación y asesinato de una mujer en 1993. Lee está acusado además de haber violado a varias mujeres y de haber asesinado a otras dos.

El próximo lunes será el turno del afroamericano Marcel Williams por el secuestro, violación y asesinato de una mujer en 1994, así como de Jack Jones, un hombre blanco condenado por la violación y asesinato de una mujer en 1995 y del intento de asesinato de su hija de 11 años.

Finalmente, Arkansas pretende ejecutar el jueves 27 de abril al afroamericano Kenneth Williams, condenado por el asesinato de un hombre durante una fuga de la prisión en la que cumplía cadena perpetua en 1999 por otro homicidio un año antes.

El octavo en la lista, Jason McGehee, condenado a muerte por el asesinato en 1996 de un adolescente con el que vivía y que le delató a las autoridades por cobrar cheques robados, también logró como Ward y Davis que la Justicia suspendiera su ejecución.

La Junta de Perdones de Arkansas recomendó a Hutchinson permutar a cadena perpetua la condena a muerte de McGehee, blanco, una medida que automáticamente da un alivio de 30 días durante los cuales el preso no puede ser ejecutado.

Arkansas ha reconocido que no tiene los medios para obtener más midazolam, por lo que los presos que logren eludir esta maratón de ejecuciones ampliarán por tiempo indefinido su estadía en el corredor de la muerte, en el que algunos -como Davis- ya llevan 25 años.