londres - La primera ministra británica, Theresa May, no quiere ni oír hablar de celebrar un referéndum independentista en Escocia en plena negociación del Brexit. Ese deseo de ignorar el tema ha llevado a Nicola Sturgeon a advertir de que “rompería” la estructura constitucional del Reino Unido. “Desafiar la autorización parlamentaria escocesa supondría que la primera ministra rompe cualquier noción del Reino Unido como una asociación respetuosa de iguales”, advirtió Sturgeon, añadiendo que el futuro de Escocia “estará en manos de Escocia”. Así, se comprometió a proseguir con los planes para celebrar un nuevo referéndum, aunque esto suponga la profundización del enfrentamiento con el gobierno en Londres. Lejos de frenar a su líder, sus compañeros de partido recibieron el mensaje de su líder entre aplausos y sonrisas.

El miércoles se espera que Sturgeon obtenga la autorización del parlamento escocés para una nueva votación del proceso independentista, que se celebraría cuando los términos del Brexit estén más claros, entre el otoño de 2018 y la primavera de 2019, pero antes de que Reino Unido abandone la UE dentro de dos años.

Los Verdes han dicho que apoyarán al Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) en la votación, con la que se culmina un debate de dos días. Sin embargo, tanto los conservadores como los laboristas escoceses se oponen a la celebración del mencionado evento.

Para el conservador escocés Jackson Carlaw, con este anuncio la primera ministra escocesa se obsesiona por conseguir la independencia antes de centrarse en el trabajo diario. “El suyo fue un discurso decepcionante y negativo. Sturgeon parece estar más interesada en quejarse del Gobierno británico que en hablar de ella misma”, lamentó Carlaw.

Del mismo modo, la líder del partido laborista escocés, Kezia Dugdale, cree que su homóloga en las filas del SNP representa la división y el agravio. “Si Sturgeon realmente quiere escuchar a la gente de Escocia, quitaría de la mesa la amenaza de un segundo referéndum de independencia”, añadió, lamentando que no hiciese en su discurso mención alguna a la “pobreza”, pero sí más de una docena a la independencia.

El camino al referéndum Tras la aprobación de la consulta en Holyrood, el parlamento británico tiene que autorizar también el voto, pero May ya ha respondido a Sturgeon que “ahora no es el momento” de celebrar la consulta. La estrategia de May pasa por no negarse a la votación, pero sí advertir de que es el momento de que las cuatro naciones estén unidas y fuertes en la negociación con Bruselas. De hecho, la prioridad de la primera ministra parece ser su compromiso a luchar por la “preciosa unión” del Reino Unido, revelando su plan para que siga unido y Escocia no prosiga sus planes de independencia. Así, considera las próximas negociaciones con Bruselas como “vitales” para todos los británicos y apunta a que todos los esfuerzos y energías deben estar focalizados en conseguir ese resultado.

“Tenemos que hacerlo unidos, como Reino Unido, todos juntos para obtener el mejor resultado”, dijo durante la conferencia de su partido, prometiéndose a que todas las voces e intereses en Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte estén representadas.

Lejos de conformarse con la respuesta de Londres, Sturgeon le responde a May que tiene “tiempo para pensar otra vez” una solución y lamenta el caso omiso que hacen en Downing Street a las propuestas llegadas desde Edimburgo. “Si May muestra la misma condescendencia e inflexibilidad a otros países de la UE como lo hace con Escocia, entonces el proceso de Brexit golpeará las rocas”, puntualizó Sturgeon.

En la consulta de 2014, los escoceses rechazaron la independencia por un margen de 10 puntos porcentuales. Sin embargo, Sturgeon fue elegida el año pasado con un manifiesto que incluyó la posibilidad de un nuevo voto independentista si había un cambio en las circunstancias. El cambio significativo que ve ahora la líder escocesa es que sus ciudadanos quieren seguir dentro del bloque común y serán sacados “contra su voluntad”.