el presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, se despidió hace unos días del hemiciclo europeo en Estrasburgo, su segunda casa durante 23 años, con la confianza de haber hecho más visible el Parlamento Europeo, una de sus prioridades. El socialdemócrata ha sido los últimos cinco años presidente de la cámara, a la que ha dotado de visibilidad, un récord en la historia de la institución. La norma no escrita establece que los presidentes ocupan ese cargo por un máximo de media legislatura, es decir dos años y medio

“Esta es mi última sesión plenaria completa como presidente, es un momento muy emocionante para mí”, dijo en su último discurso ante sus señorías, en el que llamó a no dejar que las fuerzas xenófobas y euroescépticas se apoderen de la institución. Como todos los plenos desde la primera vez que fue elegido eurodiputado, en 1994, Schulz (Hehlrath, Alemania, 1955) llegó a Estrasburgo en coche desde el pequeño pueblo alemán de Würselen (Renania del Norte-Westfalia) donde vive, a unas tres horas y media de Estrasburgo.

Schulz fue el candidato del SD en las elecciones europeas para la presidencia de la Comisión Europea (CE), cargo que acabó ocupando el conservador Jean-Claude Juncker, el nominado por el Partido Popular Europeo (PPE). El alemán supo convertir esa derrota en una oportunidad para volver a presidir la Eurocámara y mostrarse como un valedor de una gran coalición en la que el tándem que forman Juncker y Schulz ha sido el signo más claro, hasta el punto de que con la salida del socialdemócrata se ha puesto en peligro.

Lejos de otros perfiles más institucionales, Schulz quiso darle un cariz más político al cargo y llevar el discurso europarlamentario a otro nivel. “Hacer política, y no solo ser presidente”, señalaron fuentes del PE. Entre sus momentos más complicados se encuentra la situación actual con la Eurocámara más fragmentada de la historia y con mayor número de fuerzas xenófobas y euroescépticas.

De lágrima fácil, hay numerosas imágenes suyas entre lágrimas, como en las entregas de los premios Sajarov a la libertad de Conciencia. Uno de sus momentos más felices como presidente fue la recepción en Oslo del Nobel de la Paz en 2012.

aspirante a canciller Schulz, deja Bruselas y vuelve a Alemania como candidato de la SD en la región de Renania del Norte Westfalia para ser el aspirante a canciller en los comicios de otoño o como poco, si los resultados vuelven a ser no demasiado buenos, como líder de la oposición a un hipotético Gobierno de coalición de Merkel con verdes y liberales. El partido lo decidirá el próximo enero, pero ahora gozará de tiempo suficiente para hacer campaña y tomar el pulso a sus rivales.

Se despidió de los periodistas en una rueda de prensa en la que agradeció a los informadores su “colaboración”. Su talante mediático le ha facilitado durante los últimos años aparecer en los titulares. También quiso agradecer en público el trabajo de los intérpretes y disculparse por su “alemán florido, casi imposible de traducir”.

Según dijo el portavoz de la Eurocámara, Jaume Duch, “es cierto que el Parlamento Europeo ha ganado visibilidad en los últimos cinco años gracias a tres factores”. Dichos factores, explicó, son “el aumento de competencias legislativas de la institución tras la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, las consecuencias positivas del papel desempeñado por el Parlamento en la elección del presidente de la Comisión tras las últimas elecciones europeas y una relación fluida entre un presidente muy político y los medios de comunicación”.

Librero de profesión, sin formación universitaria y miembro de la dirección del Partido Socialista alemán, Martin Schulz ha sido una de las figuras más representativas de la Eurocámara. El hasta ahora presidente del Parlamento Europeo, de estilo vehemente y fuertes convicciones, se ha caracterizado por tratar de hacer escuchar las posiciones de la institución, tradicionalmente marginada en las grandes decisiones políticas.

lesión y alcohol Aunque su vida laboral se inició como empleado de una librería hasta que en el 82 abrió su propio establecimiento, una pequeña librería en Würselen, que dirigió con moderado éxito durante 12 años, la ambición del joven Schulz era ser futbolista profesional, pero una grave lesión de rodilla le obligó a renunciar a ese sueño.“De un día para otro, fracasé en mis estudios y el fútbol se terminó y entonces me sumergí en una crisis profunda y empecé a beber mucho”, reconocía en una conversación con el Financial Times en Estrasburgo.

Su militancia política en el SPD empezó a los 19 años, donde fue ascendiendo hasta que, con 31, se convirtió en el alcalde más joven del ayuntamiento de Würselen. “En esa época tomó forma mi entusiasmo por Europa y la convicción de que quería contribuir a construir un proyecto europeo avanzado”, comentó años después. Con orígenes humildes, Schulz heredó la política en su casa. Su madre fundó una sección local del conservador CDU y su padre, de familia minera, fundó una agrupación local del SPD.

En 1994 fue elegido por primera vez miembro del Parlamento Europeo y pronto cobró notoriedad por su estilo directo, su vehemencia y firmes convicciones. Muy lejos queda ya el episodio de 2003 en que mantuvo un fuerte enfrentamiento con Silvio Berlusconi, cuando ambos eran eurodiputados, que abrió una grave crisis en el Parlamento y en el que Il Cavaliere tildó al socialista de “capo nazi”. Paradojas del destino, un antiguo colaborador de Berlusconi, Antonio Tajani, de Forza Italia, es uno de los candidatos a sucederle.

La estrategia alemana. La carrera ascendente de Schulz en la Eurocámara refleja bien la forma estratégica con la que los alemanes proyectan su influencia en la UE. Frente al desinterés que la mayoría de partidos nacionales europeos muestran por la actividad de sus europarlamentarios en Bruselas y Estrasburgo, los dos grandes partidos alemanes, el SPD y la CDU, suelen mantener durante varias legislaturas a sus eurodiputados, convencidos de que sólo el tiempo les puede hacer crecer en la Eurocámara y posicionarse con fuerza en el entramado de la política europea.