la habana - Con la muerte de Fidel Castro, los cubanos quedan huérfanos del que fue su líder y patriarca, además de un icono para la izquierda militante de todo el mundo; pero más allá del plano simbólico, la isla afronta ese cambio sin contratiempos, bajo la tutela de Raúl, que tiene bien trazado el rumbo a seguir.

Después de sobrevivir al colapso económico del Periodo Especial en los noventa, la Cuba revolucionaria vivió uno de sus momentos más críticos en 2006, cuando Fidel Castro tuvo que apartarse del poder por una enfermedad, después de 47 años gobernando la isla.

El relevo político a su hermano Raúl se hizo de manera suave y los que auguraron el fin de la Cuba castrista comprobaron que el pequeño de los Castro tenía claro hacia dónde dirigir el timón de la Revolución, una dirección que no va a torcerse mucho sin Fidel de cuerpo presente, según analistas consultados por Efe.

Raúl Castro ha sido más reformista que Fidel, ha acometido cambios impensables en la era fidelista: apertura de un incipiente sector privado frente a la economía centralizada, captación de inversión extranjera frente a la nacionalización de empresas y el deshielo con Estados Unidos.

“Cuba va a seguir el camino de las reformas económicas y una política exterior más aperturista que ha iniciado Raúl Castro. Él tiene claro por donde pasa el futuro de la isla y los cambios que deben darse”, aseveró a Efe el ex diplomático cubano Carlos Alzugaray. Según este analista, la muerte Fidel puede servir de acicate para acelerar ciertos cambios que la isla requiere con urgencia y que Raúl mantenía al ralentí para eludir una confrontación seria con su hermano mayor.

“Raúl reconoció en el último Congreso del Partido Comunista que había dos partidos, el que le apoya a él, más reformista, y el que apoyaba a su hermano, ejemplo para los sectores más duros”, explicó.

nuevas reformas La desaparición física de Fidel y la elección del controvertido Donald Trump como presidente de Estados Unidos, labran el terreno adecuado para que Raúl pise el acelerador de las reformas como le exigen muchos cubanos. En sus últimas reflexiones, cada vez más esporádicas, Fidel nunca ocultó su malestar por la nueva relación de Cuba con los Estados Unidos “capitalistas e imperialistas”, némesis de la Revolución.

Las implicaciones de la muerte de Fidel dentro de la isla “no serán traumáticas”, según el académico y miembro del Partido Comunista de Cuba Esteban Morales ya que hace diez años que delegó el poder en su hermano menor y ese fue el “tránsito más complicado, plagado de incertidumbres”, vaticinó este militante comunista.

Por ello, más que preguntarse qué pasará con Cuba sin Fidel, la incógnita reside en quién heredará el testigo de la octogenaria generación histórica de la Revolución a partir de 2018, cuando Raúl Castro tiene previsto abandonar la presidencia del país sin que haya un sustituto claro que convenza a la población.