Bangkok. Todas las noches, una residencia malasia encierra a una decena de discapacitados mentales en cubículos en condiciones que han sido criticadas por las autoridades, aunque no han tomado ninguna medida para remediarlo.
Los discapacitados, de entre 20 y 49 años, duermen en pequeños cubículos de unos tres metros de largo y uno de ancho y con puertas de metal enrejadas en la residencia de la ciudad de Batu Gajah en el estado de Perak, en el noroeste del país.
El pasado 24 de octubre, Vivien, una universitaria de 22 años, estaba visitando a una pariente en el centro cuando por casualidad encontró el habitáculo e hizo varias fotos que subió a las redes sociales.
La joven empezó a recibir numerosas muestras de apoyo en Facebook, pero también críticas e incluso insultos personales, lo que la llevó a suspender su cuenta.
"Había demasiada gente viendo mis fotos. Algunos me atacaron personalmente", señaló a Efe Vivien, que prefiere no revelar su apellido.
La residencia acoge a 47 internos con distintos tipos de discapacidad, de los que diez con las patologías mentales más graves pasan las noches en los cubículos.
El director del centro, R. Sivalingam, explicó que los internos con trastornos graves pueden moverse con libertad durante el día con supervisión, pero pasan la noche en "cubículos especiales" para evitar que se hieran a sí mismos o a otros internos.
Sivalingam afirmó que antes estos enfermos mentales eran atados a sus camas y en 2006 construyeron los cubículos, que no están cubiertos por arriba, para mejorar sus condiciones.
"Hicimos lo que pudimos dentro de nuestras posibilidades, aunque la gente lo haya entendido como un acto cruel (...). Estamos abiertos a propuestas y que nos ayuden económicamente para mejorar las instalaciones", dijo a Efe el director, quien indicó que reciben entre un 30 y un 40 por ciento de financiación del Estado.
En la residencia trabajan 12 empleados, de los sólo 6 están a tiempo completo con un salario mensual mínimo de 500 ringgit (unos 118 dólares o 106 euros), con escasa formación.
Sivalingam apuntó que tiene planes para cambiar los cubículos cuando tenga fondos suficientes y que desconoce si existe alguna normativa que regule las condiciones de los dormitorios de los pacientes.
Noor Hanizah Zulkafli, una funcionaria del Departamento de Bienestar Social, aseguró que el centro cuenta con los permisos pertinentes y que los cubículos sirven para evitar comportamientos agresivos, según el diario The Star.
Sin embargo, la propia ministra para la Mujer, Familia y Desarrollo Comunitario malasia, Rohani Abdul Karim, afirmó más tarde que la residencia no estaba siguiendo el "procedimiento estándar" al encerrar en los pequeños espacios discapacitados mentales.
"Aunque sean discapacitados e incluso con un comportamiento violento, no es la forma y no sigue claramente nuestro procedimiento estándar", dijo Rohani, de acuerdo con el portal Malaymail Online.
La ministra admitió que los 7.000 trabajadores sociales de su ministerio no son suficientes para vigilar las condiciones de los 387.000 discapacitados en Malasia.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) expresó en un comunicado su "preocupación" por las condiciones en el centro de Batu Gajah.
"Tras recibir notificación vía nuestras plataformas de redes sociales, hemos traído el caso de los supuestos abusos ante las autoridades malasias para que lo investiguen", precisa la nota.
El Departamento de Bienestar del Ministerio para la Mujer, Familia y Desarrollo Comunitario se ha comprometido a enviar a expertos para realicen un informe sobre el centro de Batu Gajah antes de tomar alguna medida.
Responsables del citado departamento no han contestado a los correos electrónicos enviados por la Agencia Efe para conocer el desarrollo de esa gestión.