LONDRES. En el informe "It breaks the human: Torture, disease and death in Syria's prisons" (Rompe al ser humano: Tortura, enfermedad y muerte en las cárceles sirias), AI estima que 17.723 personas han fallecido bajo custodia en ese país desde el comienzo de la crisis, en marzo de 2011, más de 300 muertes cada mes.

La organización refleja los testimonios de 65 supervivientes de torturas, que han descrito casos de "abusos espeluznantes" y "condiciones inhumanas" sufridas en centros de seguridad sirios, operados por agencias de inteligencia del Gobierno de ese país así como en la Prisión Militar de Saydnaya, a las afueras de Damasco.

"El catálogo de historias de horror describe con detalles espeluznantes los terribles abusos que sufren los detenidos, de forma rutinaria, desde el momento de su arresto, en los interrogatorios y cuando están detenidos en las instalaciones de los servicios de inteligencia sirios", afirmó Philip Luther, director del programa de AI para Oriente Medio y Norte de África.

Luther recuerda que durante décadas el Ejecutivo sirio ha recurrido a la tortura "como modo de derribar a sus oponentes" y que, a día de hoy, esa práctica "forma parte de un ataque sistemático dirigido contra cualquier sospechoso de oponerse al Gobierno, entre la población civil, y equivale a crímenes contra la humanidad".

AI pide a la comunidad internacional, en particular a Rusia y a Estados Unidos (coordinadores de las negociaciones de paz sobre Siria), que este sea un tema prioritario en sus conversaciones con las autoridades sirias y los grupos armados, a fin de que se ponga fin a esos tratos vejatorios en las cárceles del país.

Entre los testimonios recogidos en su documento, un abogado sirio apresado cerca de Hama contó que los detenidos son "tratados como animales" y dijo que nunca imaginó que "la humanidad pudiera alcanzar un nivel tan bajo".

En otros casos, en las oficinas de los centros de inteligencia sirios, los detenidos sufren "torturas interminables y otros tratos vejatorios en los interrogatorios".

Entre esas prácticas, los supervivientes relatan cómo algunos guardas de seguridad arrancan las uñas a los presos, les queman con cigarros o los escaldan con agua hirviendo y otros prisioneros son víctimas de descargas eléctricas, violaciones o episodios de violencia sexual.

En su informe, AI destaca que "la combinación de condiciones pobres" en esos centros, entre ellas la saturación de personas, la falta de cuidados médicos y de comida, e inadecuados servicios sanitarios, "equivalen a un trato cruel, inhumano y degradante, prohibido por la legislación internacional".

Entre los testimonios se indica que algunos detenidos tenían que turnarse para poder dormir al estar las células abarrotadas; muchos murieron asfixiados y a algunos se les dejó dentro de celdas en las que había cadáveres de otros presos que no sobrevivieron.

Amnistía denuncia que en el caso de la Prisión Militar de Saydnaya, "la tortura y otros tratos vejatorios parecen ser parte de un esfuerzo incansable por degradar, castigar y humillar a los presos" y, de manera rutinaria, los prisioneros son golpeados hasta morir.

"La naturaleza deliberada y sistemática de la tortura y otros tratos vejatorios en la prisión de Saydnaya representan la peor forma de crueldad y falta de humanidad", apuntó Luther.

Este responsable remarcó que la mayoría de esos supervivientes, muchos de los cuales figuran entre los más de 11 millones de sirios desplazados, han quedado física y psicológicamente dañados por sus experiencias.