teherán - Irán vivió ayer una plácida jornada electoral sin incidentes, marcada por los aires y el espíritu de triunfo entre los simpatizantes y candidatos de los grupos reformistas y por los límites burocráticos impuestos a la cobertura periodística. Un gran número de iraníes entre los 55 millones convocados ayer a renovar el Parlamento y la Asamblea de Expertos acudieron a depositar su voto a través del enrevesado sistema electoral de la República Islámica, en un día que se desarrolló con total normalidad salvo por las largas colas que se formaron en los centros de votación desde primera hora de la mañana. Al menos en Teherán, el día caluroso acompañó la afluencia masiva de ciudadanos a las urnas, en un día en el que también se notó, y mucho, el sentimiento de éxito entre los grupos reformistas y moderados, aquellos dispuestos a cambiar las políticas del país desde el interior de las instituciones y bajo el respeto estricto a los principios fundamentales del régimen.

El sistema de votación iraní, en el que los electores tienen que rellenar a mano una compleja papeleta con hasta 30 nombres de diputados y 16 de candidatos para la Asamblea de Expertos, permitió observar a simple vista la primacía de los candidatos del bloque reformista y moderado que apoya las políticas de apertura económica y de restablecimiento de los lazos con la comunidad internacional del presidente Rohaní.

Sin pudor, ni miedo, ni dudas, largas filas de ciudadanos esperaban para depositar su voto con la lista de nombres y con elementos visibles de la campaña reformista en la mano. El interés por estas elecciones, determinantes para conocer el calado y las posibilidades futuras del proceso de deshielo iraní atrajo al país a numerosos medios de comunicación extranjeros, repentinamente interesados en la República Islámica tras el acuerdo nuclear que puso fin a las sanciones que pesaban sobre su economía.

Estos enviados, así como los periodistas estacionados permanentemente en Irán se toparon en su labor con la desconfianza hacia los periodistas, la inexperiencia de los funcionarios y la rigidez de los encargados de la seguridad del régimen.

Así, mientras en un principio se anunció que los periodistas, tanto locales como extranjeros, podrían entrar libremente en todos los colegios electorales del país para realizar su cobertura, en la práctica fue imposible acceder a los lugares que quedaban fuera de una lista definida.