bruselas - Los socios del Reino Unido trabajan a contrarreloj para afinar la propuesta de acuerdo que pretenden cerrar en la cumbre que comienza hoy para mantener a ese país en la UE, pero los puntos abiertos son tan sensibles políticamente que un consenso no será fácil y, si llegase, no será antes del viernes. Las capitales recibieron ayer un nuevo borrador con aclaraciones técnicas, mientras que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, de regreso de sus consultas en París, Bucarest, Atenas, Praga y Berlín, y el máximo responsable de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, prosiguen sus reuniones con varios líderes. Las bases y la voluntad para llegar a un acuerdo están ahí y todos conocen las líneas rojas de cada uno de los líderes.

Los socios de Londres tienen, eso sí, una baza a su favor a la hora de poner freno a sus concesiones: saben que el primer ministro británico, David Cameron, “necesita” un pacto en esta cumbre si quiere convocar un referéndum antes del verano.

Pese a estar todas las cartas sobre la mesa en las cuatro áreas en las que Londres pide reformas -la gobernanza económica, la competitividad, la soberanía y los beneficios sociales y la libre circulación-, el acuerdo es complicado por un lado desde el punto de vista jurídico y, por otro, desde el político.

La idea de Donald Tusk es completar una primera sesión de trabajo sobre la cuestión británica para analizar qué elementos requieren todavía trabajo y mediación y estructurar así las negociaciones. “Estamos preparados para tener un desayuno o desayuno tardío inglés” el viernes, resumieron ayer fuentes europeas. Solo tras la cena, en la que los líderes abordarán la crisis de los refugiados, aunque sin tomar nuevas decisiones, se dedicarán plenamente a la cuestión británica. Los aspectos más sensibles de la propuesta de acuerdo siguen siendo la restricción del acceso a beneficios sociales de trabajadores comunitarios, la voz que quiere tener Londres en decisiones clave de la eurozona que le pueden afectar, las excepciones que reclama para la City, y las diferentes interpretaciones de una Unión cada vez más estrecha. Los cambios que se introducirán para encajar las reformas de la UE que exige el Reino Unido, se harán “legalmente vinculantes”, mediante legislación secundaria, pero también, de momento, con dos menciones a posibles futuros cambios del Tratado. Eso es problemático para países como Alemania y Bélgica, que no pueden decidir sobre futuribles sin la autorización de sus Parlamentos, pero también para Irlanda, que celebra elecciones el día 26, y además los cambios requieren codecisión de la Eurocámara. Para asistir a los jefes de Estado y de Gobierno el Consejo Europeo pondrá a su disposición una “sala de situación llena de juristas”, según las fuentes. No solo los países del grupo de Visegrado (República Checa, Eslovaquia, Polonia y Hungría) tienen preocupaciones, sino también Bélgica, Luxemburgo, Francia y otros socios. En el caso de los países del Este, éstos quieren dejar claro que el “freno de emergencia” para limitar el acceso de los trabajadores comunitarios que concede el Reino Unido no puede servir de precedente para otros Estados miembros. - Efe