bruselas - Ya no va más. O el gobierno y el parlamento de Grecia aprueban en un plazo máximo de 72 horas, antes del miércoles, un nuevo paquete legislativo con media docena de leyes o Grecia tendrá los días contados en la Eurozona. Los Jefes de Estado y de Gobierno del euro negociaban anoche con el primer ministro griego, Alexis Tsipras, un duro paquete de medidas con el que atar más en corto que nunca a Atenas y en el que imponen una férrea supervisión a cambio de empezar a negociar un tercer rescate que permita al ejecutivo de Alexis Tsipras esquivar la bancarrota.

“No va a haber un acuerdo a cualquier precio”, avisaba la canciller alemana Angela Merkel a su llegada ayer a la cumbre, una cita precedida por una nueva reunión extraordinaria del Eurogrupo que se saldaba tras cinco horas de reunión sin acuerdo. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, ponía no obstante sobre la mesa de los líderes de la Eurozona un borrador de conclusiones en el que escribían negro sobre blanco opciones tan drásticas como una eventual salida temporal de Grecia de la zona euro, con una posible reestructuración de la deuda, en caso de no conseguir cerrar un acuerdo. Un párrafo sugerido por Alemania y que permanecía anoche entre corchetes, sujeto a negociación, pero que sonaba en los pasillos del Consejo Europeo más a amenaza que a posibilidad real.

Aún así, una advertencia que evidencia lo mucho que sigue pesando el criterio alemán y hasta dónde están dispuestos a llegar algunos socios del euro en esta batalla.

“Hay un límite para todo. La primera preferencia debe ser que Grecia siga en la Eurozona pero no a cualquier precio”, zanjaba el crítico primer ministro maltés, Joseph Muscat. “No hay Grexit temporal. Hay Grexit o no hay Grexit. Está la Grecia de la zona euro o de fuera de la zona euro. Sería una Europa que no avanza y eso no queremos”, respondía el presidente francés, François Hollande, que ayer se tuvo que emplear a fondo para mantener todas las puertas abiertas. “Estoy aquí para lograr un compromiso honesto. Se lo debemos a la gente que quiere una Europa unida y no dividida. Podremos alcanzar un acuerdo si todas las partes lo quieren”, decía el griego Alexis Tsipras.

El borrador de conclusiones ofrece una dureza extrema, prueba de la falta de confianza que sigue primando entre los mandatarios. “El Eurogrupo subraya la crucial necesidad de reconstruir la confianza con las autoridades griegas, un prerequisito para un posible futuro acuerdo sobre un nuevo programa de rescate”, arranca el texto de cuatro páginas consultado por DNA.

Para reconstruir esos puentes, la Eurozona exige a Atenas que apruebe por la vía rápida, antes del 15 de julio, seis reformas que en principio Atenas podría aceptar: subir el IVA para aumentar los ingresos, una reforma para mejorar la sostenibilidad de las pensiones, la reforma del código civil para acelerar los procesos judiciales, la reforma de la oficina de estadística griega para salvaguardar su independencia, la creación de un consejo fiscal para cumplir con el superávit primario o transponer la normativa europea sobre rescates bancarios.

Entre corchetes, pendiente por tanto de negociación, otra reforma más: introducir un sistema de recortes automáticos de gasto público en caso de desviaciones de unos ambiciosos objetivos de superávit fiscal primario. Se trata solo de un aperitivo de la vuelta de tuerca que le exigen a continuación al Ejecutivo de Atenas con calendarios de implementación precisos en materia de reformas de pensiones, liberalización del mercado de productos y servicios -apertura de comercios en domingos o liberalización del transporte de ferry-, privatización del operador de redes de electricidad, revisión de la legislación sobre negociación colectiva, y nuevas medidas para reforzar el sector financiero.

El inicio de negociaciones de un tercer rescate, sin embargo, estaría sujeto a otras condiciones. Por ejemplo, que el gobierno griego se comprometa a reducir todavía más los costes de la administración pública y que normalice los métodos de trabajo con las instituciones, facilitando la supervisión de las instituciones sobre el terreno, una de las cuestiones que más discusiones generó entre Atenas y Bruselas cuando Syriza tomó las riendas de las negociaciones. Pero, sobre todo, que Grecia consulte con la troika los borradores de legislación en las áreas relevantes antes de someterlas a consulta pública o al parlamento, y que solicite formalmente a las instituciones apoyo y asistencia técnica antes del 20 de julio.

Pero sin duda los más polémico se refiere a las privatizaciones. Las instituciones consideran que Grecia lleva un retraso enorme en el plan privatizador y urge a acelerarlo con dos opciones sobre la mesa: o crear un organismo independiente para evaluar el precio de los activos y venderlos, con la implicación de la Comisión, o -como propuso Alemania-, crear un fondo con sede en Luxemburgo al que se traspasaría la titularidad de los activos por valor de 50.000 millones. Las dos opciones seguían anoche sobre la mesa. “Todo lo que está entre corchetes está por decidir”, reconocían fuentes cercanas a la negociación. El documento sitúa las necesidades de Grecia entre 82.000 y 86.000 millones, de los cuales entre 10.000 y 25.000 millones serían para recapitalizar a los bancos, y recuerda que el país necesitará 12.000 millones para pagar sus deudas en julio y agosto.