Bruselas - El Banco Central Europeo (BCE), que el lunes decidirá si corta la línea de liquidez de emergencia que mantiene viva a la banca griega, ha sido durante todo este tiempo el verdadero socorrista que ha mantenido a Grecia dentro del euro, al proporcionar a sus bancos la liquidez imprescindible para no quebrar. La quiebra del sistema financiero griego, mucho más que la acumulación de la deuda pública, habría supuesto la salida inmediata de Grecia de la unión monetaria.

Aparte de mantener a los bancos griegos en una suerte de respiración asistida, el BCE ha estado en la vanguardia de los profundos cambios que ha requerido la arquitectura de la Eurozona para sobrevivir a la tormenta griega. En especial, el lanzamiento de un programa de compra de bonos de los estados con problemas de liquidez -muy cuestionado e incluso denunciado ante los tribunales de Alemania y de la UE- ha sido fundamental para contener el contagio de las turbulencias financieras y devolver la confianza en el euro.

El BCE ha estado apoyando a Grecia a través sobre todo del programa de provisión urgente de liquidez, mediante el cual los bancos griegos pueden pedir préstamos de emergencia al Banco de Grecia. La cantidad máxima que los bancos griegos pueden pedir al Banco de Grecia, previa autorización del BCE, se acerca en estos momentos a los 90.000 millones de euros. El apoyo del BCE ha servido para que los cuatro mayores bancos de Grecia no se hayan declarado ya en quiebra.

El BCE revisa diariamente desde hace una semana esta cantidad tras la intensificación de la fuga de capitales y la retirada de efectivo en grandes cantidades de los bancos griegos por el temor a que el país pueda imponer un corralito y terminar saliendo de la zona del euro. Las fuertes salidas de depósitos de los bancos hacen temer todavía la imposición de controles de capital en el país.

bonos griegos Los rendimientos no retribuidos de 2014 de los bonos griegos que ha adquirido el BCE a través del primer programa de compra de deuda ascienden a unos 1.900 millones de euros. El Banco Central Europeo acordó repartir los beneficios de la compra de estos bonos porque no participó en la reestructuración de la deuda griega del sector privado, ya que hubiera sido financiación estatal.

El BCE y los bancos centrales de la zona del euro comenzaron a comprar en mayo de 2010, bajo la presidencia del francés Jean-Claude Trichet, deuda soberana de Grecia que ya no se podía financiar en el mercado a tipos de interés razonables. La institución monetaria ha adquirido, a través de este primer programa de compra de deuda, bonos griegos por un valor nominal de 19.800 millones de euros y contable de 18.100 millones de euros, así como un vencimiento medio de 3,5 años. Aunque las compras se pararon ya en marzo, este programa finalizó en septiembre de 2012, cuando el BCE decidió iniciar un segundo programa de compra de deuda, que nunca ha llegado a aplicar pero que sirvió para frenar los movimientos especulativos en el mercado, que entonces penalizaban a España e Italia. Dos meses antes, a finales de julio, el presidente del BCE, Mario Draghi, anunciaba en Londres que la entidad estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para salvar al euro y “créanme, será suficiente”, dijo Draghi. Sus palabras bastaron para relajar las tensiones y dar un respiro a las primas de riesgo de los países periféricos.

Desde marzo de este año el BCE y los bancos centrales nacionales compran grandes cantidades de deuda pública de los países de la zona del euro, pero Grecia está excluida de este programa. Atenas debe pagar al BCE en julio y agosto 6.700 millones de euros.

El Bundesbank (banco central de Alemania) se ha opuesto a todos los programas de compra de deuda soberana porque considera que es una forma de financiación estatal, algo que el BCE tiene prohibido. Por esa discrepancia dimitió en abril de 2011 el entonces presidente del Bundesbank Axel Weber y en 2012 el economista jefe del BCE Jürgen Stark. Las objeciones de la autoridad monetaria alemana a la manera en que el BCE conduce la crisis griega no han desaparecido.

El actual presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, dijo el jueves pasado que la dependencia por parte de las entidades financieras de la liquidez de emergencia del Banco de Grecia cuestiona de hecho su solvencia. “Debería quedar claro a todas las partes en las negociaciones actuales que el Eurosistema (formado por los bancos centrales nacionales de la zona del euro y el BCE) no debe proveer financiación puente a Grecia, incluso, en anticipación de pagos posteriores”, manifestó Weidmann.