ATENAS. Desde el estrado de la universidad de Atenas, donde pronunció su discurso de la victoria ante sus seguidores, Tsipras prometió un gobierno "de todos los griegos" y al mismo tiempo afirmó que su victoria era "la de todos los pueblos de Europa".
La popularidad del líder izquierdista, de 41 años, comenzó en mayo de 2012, cuando, para sorpresa general, su partido, Syriza, cuya influencia electoral se situaba entre un 3 % y 5 %, se convirtió en la segunda fuerza del país gracias a un programa de rechazo de la austeridad draconiana que los acreedores del país habían impuesto a Grecia.
En los dos años y medio que siguieron, se lanzó a la conquista de la clase media griega, que tras seis años de recesión, vio hundido su nivel de vida.
Tsipras nació en 1974, apenas unos días después de la caída de la Junta de los Coroneles, que había gobernado con mano de hierro el al país desde 1967.
La caída de la Unión Soviética provocó una escisión en el seno de los comunistas del KKE, donde militaba, y la mayoría de sus militantes abandonó esta coalición, mientras una minoría permaneció en ella, entre estos el propio Tsipras, que optó por estos últimos y por la amalgama de socialistas, trotskistas, maoístas, ecologistas y otras varias familias de la dividida izquierda que en 2004 se convertiría en la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza).
Ingeniero civil de profesión, su carrera política comenzó en 2006, cuando fue nombrado candidato de su partido a la alcaldía de Atenas y consiguió el 10,6 % del voto, un resultado inesperado que le propulsó, a inicios de 2008, a la presidencia de Synaspismós, principal componente de Syriza.
Tras las elecciones de 2012, Tsipras emprendió con éxito el trabajo laborioso de la conversión de los diversos grupúsculos aliados a Synaspismós en el seno de Syriza, en un solo partido.
En las pasadas elecciones europeas, Syriza fue el partido más votado con una ventaja de casi un 4 % frente a Nueva Democracia, la formación del primer ministro conservador Andonis Samarás.
Tsipras centró su combate electoral en la necesidad de hacer frente a la crisis humanitaria desatada por la austeridad draconiana, luchar contra la evasión fiscal y liberar el sistema político de la influencia de los oligarcas.
Durante toda la campaña, fue blanco de las acusaciones de su rival de que Syriza iba a provocar la salida de Grecia de la eurozona y la quiebra del país.
"La negociación será probablemente larga, será difícil, pero se cerrará con soluciones que serán en beneficio de todos los pueblos europeos. Los efectos de la austeridad son desastrosos para todos los pueblos europeos", sostuvo .
Para sus adversarios conservadores y buena parte de los medios griegos Alexis Tsipras representaba el mal absoluto.
Dijeron de él que si ganaba las elecciones sacaría a Grecia del euro, confiscaría los depósitos bancarios y "convertirá el país en una segunda Corea de Norte".
Para sus seguidores, en cambio, es el político que "devolverá al pueblo griego su dignidad" y "fortalecerá la democracia".