Bruselas - De los atentados del 11S en Estados Unidos surgió la idea de crear una lista negra europea de terroristas, más control en la seguridad aérea y nuevos instrumentos contra la financiación del terrorismo. El 11M de Madrid alumbraba tres años después un coordinador europeo contra el terrorismo y espoleaba a los gobiernos a cooperar más en materia de inteligencia. Tras los atentados terroristas yihadistas de París, al semanario satírico Charlie Hebdo y a un supermercado judío, la Unión Europea se ha puesto de nuevo manos a la obra para tratar de desbloquear algunas de las medidas que llevan años sobre la mesa para blindar Europa de un fenómeno yihadista difícil de cuantificar y, sobre todo, de combatir.
Tal y como ya ocurrió en 2001 y en 2004 la movilización ha sido inmediata y muchos han anunciado importantes baterías de medidas. El primero de ellos Francia que no solo ha reforzado la presencia policial y militar en las calles, especialmente en zonas sensibles como sinagogas, escuelas judías o medios de comunicación, sino que pretende también prohibir la entrada en el territorio a combatientes extranjeros que quieran entrar en Francia e incluso impedir a determinadas personas sospechosas de ir a embarcase en actividades terroristas abandonar su territorio.
Alemania, donde ha surgido con fuerza un movimiento anti-islam llamado Pegida y que se manifiesta semanalmente, también ha adoptado una reforma para impedir que los alemanes viajen a hacer la yihad a Siria o Irak en las filas del Estado islámico. La intención del gobierno es retirar el documento de identidad a los extremistas potencialmente peligrosos por un período de hasta tres años y sustituirlo por un documento de identificación que no sirva para viajar al extranjero para evitar que utilicen otros países como vía de entrada en su destino final. Además, planean tipificar como delito la intención de hacer el viaje, tal y como recoge una resolución de Naciones Unidas del año pasado, y nuevas medidas para impedir la financiación del terrorismo.
Otro de los países que también dan pasos es Bélgica que daba luz verde el pasado viernes, apenas un día después de una macrooperación contra el terrorismo yihadista en la que murieron dos supuestos yihadistas y fueron detenidos otras 15 personas dos en Francia cuando intentaban huir hacia Italia, a un plan que contempla desde el despliegue del ejército en las calles -300 militares en Bruselas y Amberes según anunciaba el sábado el gobierno- hasta tipificar como delito el ir a hacer la yihad, retirar los documentos de identidad de los sospechosos, dispersión en las cárceles para luchar contra la radicalización y aislar a los más peligrosos, y facilitar las escuchas telefónicas.
Son tres ejemplos de países muy tocados por el fenómeno de los llamados combatientes extranjeros pero hay muchos otros que también se preparan como España o Reino Unido. Curiosamente, hace meses que los países más afectados -una decena entre los que se encuentran Bélgica, España o Francia- tratan de poner en marcha un arsenal comunitario para combatir un fenómeno sobre el que la agencia Europol y el coordinador europeo, Gilles de Kerchove, llevan años alertando.
Alerta de la europol “Hay una creciente amenaza de ciudadanos europeos que habiendo viajado a zonas de conflicto para comprometerse en una actividad terrorista regresa a la Unión Europea con el deseo de cometer actos terroristas”, alertaba el último informe de Europol publicado apenas unos días después del atentado antisemita en el Museo Judío de Bruselas, en mayo del año pasado, en el que fueron asesinadas cuatro personas a manos del francés de origen argelino Medhi Nemmouche que se radicalizó en cárceles francesas y estuvo luchando en 2013 en Siria, un país que se ha convertido junto con Irak en una de las incubadoras del terrorismo yihadista. Aunque “no hay consejo de ministros de interior que desde hace dos años no aborde esta problemática”, según corroboran fuentes europeas, lo cierto es que los avances a escala europea habían sido hasta ahora escasos. Los Estados miembros comparten información y cooperan desde hace años pero “hay margen para mejorar en materia de inteligencia. Estamos seguros que se puede hacer más”, sostiene un alto responsable europeo que admite que la nueva situación puede servir de revulsivo para seguir avanzando.
El código Schengen Entre los ámbitos a explotar la Comisión Europea incluye el código de fronteras del espacio Schengen. La legislación no permite realizar controles sistemáticos a los ciudadanos europeos lo que significa que muchos europeos pueden entrar y salir sin que el guardia de fronteras compruebe sus antecedentes. Sin entrar en una reforma del sistema -que requeriría una larga negociación- Bruselas defiende que el mecanismo ofrece margen suficiente para tratar de identificar e inspeccionar a personas “que puedan representar un riesgo potencial”. El problema hasta ahora ha sido que muchos gobiernos optan por la vía fácil porque más controles significa más personal, más presupuesto e incluso más colapso en los puestos fronterizos. “Una cosa es lo que podemos hacer legalmente y otra lo que es viable en la práctica”, reconocen.
Es una de las vías en las que tratarán de avanzar los gobiernos, que aspiran a ver desbloqueado también el nuevo registro europeo de pasajeros, una herramienta que muchos ven crucial para identificar movimientos sospechosos de posibles terroristas. Actualmente, las aerolíneas ya están obligadas a transmitir a las autoridades algunos datos. El conocido como PNR ampliaría la información a dar lo que varios grupos de la Eurocámara, que lleva vetando la propuesta casi dos años, consideran contrario a las libertades y derechos fundamentales. “Tenemos muchos datos personales, pero la información no se comparte y una información que no se comparte no sirve de nada”, recriminaba esta misma semana la liberal holandesa Sophie int’Veld.
La estrategia insisten en Bruselas debe ser global. Desde control de armas hasta más control de los contenidos en internet y un ámbito crucial según de Kerchove, la lucha contra la radicalización. “Hay preocupación sí, y lo primero que preocupa es evitar que se radicalicen y se marchen”, asegura una alta fuente europea que apunta a que seis de cada diez ataques que tienen éxito en la UE están cometidos por terroristas que se han formado o han tenido experiencia en Siria o Irak. De hecho, la Comisión Europea ya propuso hace un año varias de las ideas lanzadas por la red de sensibilización contra la radicalización -creada en 2011 y para la que trabajan más de 700 expertos en toda la UE- como la creación de un centro europeo de conocimiento sobre el extremismo violento, más formación para profesionales que trabajan en las cárceles y ayuda financiera para tratar de contrarrestar la propaganda terrorista en internet.
Los ministros de exteriores de la UE abordarán la dimensión exterior de este asunto en su reunión de este próximo lunes en Bruselas y lo mismo harán a finales de mes, el 29 y 30 de enero, en Riga los ministros de interior en el consejo informal previsto por la presidencia letona de la UE. El verdadero impulso político, sin embargo, deberá llegar del Consejo Europeo convocado para el 12 de febrero en Bruselas. Una cita informal, inicialmente prevista para otros asuntos, y que el primer ministro belga, Charles Michel, quiere convertir en formal para que la UE pueda alumbrar decisiones oficiales.