NAIROBI. Dado que se trata de una estrategia relativamente reciente, es complicado saber los motivos por los que Boko Haram ha comenzado a utilizar a niñas para realizar atentados.
Desde el pasado mes de junio ha habido al menos ocho ataques de estas características, con un balance total de 58 muertos, incluidas nueve chicas y una mujer que provocaron el atentado, y una creciente sensación de inseguridad en mercados y otros lugares públicos, ya que ahora todas las niñas son vistas con suspicacia.
Algunos expertos consideran que el uso de suicidas es una especie de último cartucho que los grupos terroristas utilizan cuando están en una situación desesperada, aunque en el caso de Boko Haram no parece ser una explicación válida dada la gran cantidad de territorio que ha conquistado recientemente.
En un estudio de la Universidad de Flinders (Australia), que dispone una de las bases de datos más exhaustivas del mundo sobre ataques suicidas, el profesor Riaz Hassan asegura que el uso de terroristas suicidas es un arma extendida "por su buena relación coste-efectividad, su versatilidad y su letalidad".
El conocimiento necesario para armar una bomba no es muy difícil de conseguir y la importante industria minera del país es un objetivo recurrente para hacer acopio de explosivos y otro material electrónico.
El principal motivo detrás de este tipo de ataques suele ser su "alto valor simbólico", ya que demuestra la voluntad y la dedicación a la causa tanto de las personas que se inmolan como del grupo terrorista.
Sin embargo, el uso de niñas y adolescentes para perpetrar atentados hace presuponer que en estos casos también hay un componente coercitivo o de adoctrinamiento previo que incita a las chicas, algunas de solo 10 años, a perpetrar estos sanguinarios ataques.
En diciembre, una chica de 13 años fue arrestada tras no detonar la carga que llevaba pegada al cuerpo en un mercado de Kano, algo que sí hicieron dos compañeras suyas que mataron al menos a seis personas.
En una rueda de prensa auspiciada por la policía nigeriana, Zaharau Babangida explicó a la prensa cómo su propio padre la había entregado a un grupo de milicianos supuestamente miembros de Boko Haram y cómo la habían obligado a ponerse la bomba.
"Me preguntaron si sabía lo que era una misión suicida y les dije que no", relató Zaharau, "así que me lo explicaron y me dijeron que si lo hacía y recitaba una sura -un capítulo del Corán- iría al paraíso".
Al principio la chica se resistió y se negó a participar, por lo que los milicianos optaron por amedrentarla y la amenazaron con "enterrarla viva" si no se colocaba el cinturón explosivo.
No solo la coerción o las vagas promesas de una vida mejor están detrás de un atentado suicida, ya que en conflictos tan enquistados y complejos como el de Nigeria hay multitud de factores que pueden influir en la decisión de las chicas.
El profesor David Lester, del Richard Stockton College de Nueva Jersey (EEUU), advierte en un ensayo sobre "mujeres suicidas" publicado en 2011 que se han dado tan pocos casos que es difícil de entender las razones detrás de los ataques, ya que pueden ser tanto un deseo de venganza como un incentivo económico.
En cualquier caso, los recientes ataques suicidas vendrían a confirmar las sospechas de la inteligencia nigeriana, que desde un comienzo aseguró que Boko Haram había establecido un ala femenina dentro del grupo para captar a niñas huérfanas o que mendigan en la calle con el objetivo de convertirlas en mártires.