ISLAMABAD - Pakistán tiene dos largas fronteras, con la India y con Afganistán, y ambas son focos de largos conflictos. La más preocupante ha sido históricamente la que comparte con la India -su eterno enemigo- que llevó a ambos ser potencias nucleares para disuadirse de no intentar aventuras peligrosas. Y es que la reivindicación de Cachemira, convierten esa zona en un volcán dormido en peligro de erupción.

Tras la genial idea de la CIA de inventarse a los talibanes para que lucharan contra la invasora Unión Soviética, a Pakistán le dan por el otro carrillo. La larga zona fronteriza entre ambos países en terreno abonado al radicalismo importado de Afganistán que ya empieza a calar por todo el país, cuya máxima expresión son los atentados.

La frontera con el país de los talibanes es blanco constante de los ataques con drones de EEUU, que acaban con la vida de cuantos se ponen por delante, sin un piloto que pueda discriminar los objetivos. Y eso genera en el país más radicalismo y sed de venganza. En Pakistán se ve con claridad cómo la violencia engrendra violencia. Y la matanza de ayer es otra aparición del monstruo engendrado. - J.V.