Washington- Hace nueve años Vladimir Putin afirmó una de las frases más citadas estos últimos meses para explicar su liderazgo en Rusia: "La desintegración de la Unión Soviética fue el mayor desastre geopolítico del siglo XX". Esta convicción, según los expertos, le ha llevado durante años a buscar la restauración de la influencia y el prestigio ruso en el mundo.
La crisis de Ucrania revela su firme determinación para conseguir este objetivo ya que está dispuesto a pagar por él el coste de las sanciones económicas de Occidente, incluso si éstas ponen en peligro la débil economía rusa. Esta estrategia de Putin hace impotente al líder de la primera potencia mundial. El presidente de EEUU, Barack Obama, ha descartado una acción militar en más de una ocasión y, por eso, solo le queda esperar que los efectos de las sanciones consigan ablandar al líder ruso y su apuesta decisiva por la diplomacia funcione.
De momento, el acuerdo alcanzado en Ginebra el pasado jueves es poco probable que sea una solución a largo plazo para el conflicto en el este y el sur de la exrepública soviética. Los países establecieron que Moscú facilite el desarme de las milicias prorrusas, así como su desalojo de los edificios públicos, a cambio de que Kiev elabore una reforma de la constitución para favorecer una estructura federal del país que respete a todas las minorías. Además, se negoció una amnistía para todos los activistas y manifestantes antigubernamentales. No obstante, pocas horas después del anuncio de este pacto, Obama se mostró poco confiado en que Rusia cumpla su parte de lo acordado en una rueda de prensa en la Casa Blanca. "Espero que veamos una aplicación en los próximos días, pero no creo que podamos contar con ello, dado lo que hemos visto en el pasado", dijo el presidente estadounidense. Tampoco fueron alentadoras las palabras de Putin en un programa de cuatro horas en la televisión rusa mientras se realizaban las negociaciones en Ginebra. El mandatario ruso utilizó varias veces el término histórico Novorossiya (Nueva Rusia) para referirse al sureste de Ucrania.
Nueva Rusia Esta región, recordó Putin, formó parte del imperio zarista y, tras la creación de la Unión Soviética, los dirigentes comunistas las pusieron bajo la dependencia administrativa de Kiev. Así se hizo más tarde también con Crimea. "¿Por qué lo hicieron? Dios sabe", aseguró y advirtió de que esos rusos que se quedaron en territorio ucraniano deben ser "ciudadanos de pleno derecho en su nuevo país". "Debemos hacer todo lo posible para que estas personas puedan determinar su propio destino", añadió.
Por otra parte, los prorrusos no aceptan las medidas del acuerdo en Ginebra y se resisten a rendirse. De hecho, ayer, tomaron la torre de televisión de la localidad ucraniana de Kramatorsk, en la región de Donestk. Así, pues, la frágil solución a la crisis que debía rebajar la tensión en la zona puede volatilizarse en cualquier momento.
El presidente de EEUU ha insistido que está dispuesto a incrementar y ampliar las sanciones contra los sectores financiero y energético rusos para detener la intervención del Kremlin. Pero los líderes europeos se han mostrado menos entusiastas sobre el alcance de estas medidas ya que su economía, más ligada a la rusa, puede salir perjudicada. Mientras Obama muestra debilidad por su escaso margen de maniobra, Putin se fortalece. El presidente ruso sabe que los países de Occidente no quieren que sus economías paguen un coste por sancionar a Rusia ni tampoco están dispuestos a iniciar un nuevo conflicto militar. Sobre todo EEUU, donde después de una década de guerras, sus ciudadanos no quieren saber nada del exterior.
Putin, que ya consiguió una anexión pacífica de la península de Crimea, siente que está ganando la partida en Ucrania, y no parece motivado a rebajar su tono. En una entrevista en el canal Rossia 1, el presidente ruso aseguró que Ucrania "es un país donde ha habido un golpe de Estado, por lo que naturalmente cualquier país va a tomar precaución en lo que se refiere al refuerzo de la seguridad".
El final de este conflicto es incierto. Los dirigentes ucranianos están convencidos de que Rusia se quiere quedarse con la parte oriental del país como lo hizo con Crimea. Algunos analistas opinan lo mismo y aseguran que sólo sanciones más duras y el despliegue de una misión de la OTAN en la zona podría detener Rusia. Otros, sin embargo, creen que es una demostración de fuerza de Putin para debilitar Ucrania y mantenerla a su lado.
Las sanciones de EEUU y la UE sobre Moscú seguirán, aunque de momento los europeos son reacios a dejar de comprar gas y petróleo rusos. Putin y la población notarían el efecto ya que sus exportaciones a países europeos son de más de 350.000 millones de dólares anuales y suponen el 52% del presupuesto del gobierno ruso. Pero también lo harían los europeos, que consumen el 24% del gas de Rusia.
El analista del Centro para el Progreso Americano, Cory Welt, cree que Occidente debe continuar con las sanciones, pero también ayudar a Ucrania a mantenerse unida. "El viaje de esta semana del vicepresidente estadounidense, Joe Biden, debe servir para ayudar a la construcción de una nueva base para la unidad cívica de Ucrania pero también para mostrar el apoyo inquebrantable de Occidente a su soberanía frente a la agresión rusa".