szeklerland - Transilvania es como la describió Bram Stoker basándose en sus conversaciones con el viajero húngaro Ármin Vámbéry: desde la carretera, llena de baches, la tierra parece negra a causa del barbecho, los árboles se muestran sin vida durante el invierno y el atardecer en los Cárpatos provoca que el sol adquiera un color rojo extrañamente intenso.
Después de contemplar este espectáculo natural se alcanza Szeklerland, en el límite de la antigua frontera del imperio austro-húngaro, en el extremo oriental de Transilvania. Los székely siguen hablando húngaro aunque estén a 500 kilómetros de distancia de la actual Hungría, pero al mismo tiempo reclaman una historia y una identidad propias. En esencia, la nación szekler es una minoría cultural dentro de la minoría de habla húngara de la región de Transilvania, la más desarrollada económicamente de Rumanía.
Las diferencias culturales e idiomáticas, y que ven cómo Bucarest se lleva su prosperidad porque carecen de una división administrativa entre el Estado y el municipio, es lo que les impulsa a pedir una autonomía. Para ello trabaja desde 2003 el Consejo Nacional de Szeklerland, compuesto por los tres partidos políticos que defienden la causa y otros colectivos.
Reclaman una autogestión básica, abolida por Nicolae Ceausescu y no recuperada por los gobiernos democráticos. Desde este punto de vista, quedan muy lejos procesos como el escocés o el catalán, y se sienten muy próximos al vasco, con una base más pragmática, en la que la economía es el resorte que impulsa el autogobierno, y en la que pueden encontrar similitudes sobre la territorialidad.
Porque esta es la gran cuestión que queda por resolver en su reclamación autonómica. Se lo pregunta Zsolt Attila Papp, director de Fötér.ro, un medio on line que quiere ser el polo de atracción en Internet para toda la comunidad: si el objetivo tiene que ser una Szeklerland autónoma de clara mayoría de origen húngaro, o es más plausible una Transilvania autónoma donde los szeklers pasarían a ser una minoría con mayor capacidad de decisión en la autogestión.
Fötér.ro se edita en Kolozsvár (Cluj-Napoca, en rumano), la principal ciudad de Transilvania, desde hace unos años de mayoría rumana a causa de una inmigración sin integración fomentada por las autoridades del Estado. Una ciudad universitaria que ha acogido tradicionalmente a los jóvenes de clase media y alta de Transilvania, principalmente, atraídos por una oferta académica en cuatro idiomas (húngaro, rumano, alemán e inglés) y una vida alejada del campo.
comunismo decadente Otras ciudades importantes, como Marosvásárhely (la capital oficiosa de Szeklerland) o Sepsiszentgyörgy (Sfântu Gheorghe en rumano), padecen el síndrome del comunismo decadente, con grandes edificios sin uso y coches salpicados constantemente de barro. En la última, se publica Háromszék, el diario más importante de Szeklerland, que vende cada día 10.000 ejemplares de 12 páginas que leen 40.000 ciudadanos. Dependen absolutamente de la publicidad que insertan las empresas locales, según su director editorial, Botond Farcádi. No obstante, este modelo no es único del sector de la prensa: constantemente se aprecia un apoyo intenso a los negocios más cercanos.
Económicamente, el mayor valor de Szekerland son los recursos naturales: la agricultura y la madera, que exportan en grandes cantidades. Pero también una incipiente industria del turismo apoyada en los grandes bosques, las pistas de esquí, los desfiladeros y ríos junto a cabañas, que contrastan con la falta de infraestructuras para acceder a ellos, como explica János Mezei, alcalde de Gyergyószentmiklós, uno de los municipios con mayor potencial turístico. El paisaje humano también es diverso: la población de origen húngaro es mayoritaria en Szeklerland, pero se aprecian hay distintos tipos de gitanos y, por supuesto, rumanos. Rumanos que, en algunos municipios, no representan más que el 10 o 15% de la población, porcentaje que corresponde a la abundante policía nacional rumana y al cuerpo de funcionarios del Estado.
Pese a la gran mayoría de habla húngara, las señales son bilingües o están en rumano únicamente y, en general, el rumano se impone en todo lo que tenga que ver con los servicios centrales, incluidos los hospitales públicos, con grandes banderas del Estado delante de sus entradas. Y cada vez más en las escuelas, en las que es posible alfabetizar a los niños en húngaro pese a que va imponiéndose un discurso fomentado por las autoridades sobre la conveniencia de aprender en rumano, como denuncia Zsolt Arus, informático y miembro del Szekler National Council.
conspiración Al mismo Arus le gusta señalar que el Conde Drácula es de la Transilvania rumana, que no tenía la suerte de ser székely, y cuando es preguntado por la autonomía de Szeklerland responde con la misma contundencia: está seguro de que la conseguirán. El pasado 10 de marzo, alrededor de 25.000 szeklers se reunieron en Marosvásárhely, ante el monumento a los ejecutados por "conspirar" para reactivar el nacionalismo en Szeklerland en 1854. Cada año, en la misma fecha, acuden hasta allí szeklers de todas las partes del mundo para reivindicar avances en el reconocimiento de su identidad, durante un acto organizado por el Consejo Nacional de Szeklerland.
Su presidente, Balázs Izsák, fue contundente en su discurso contra el gobierno rumano, que ha traicionado repetidamente las aspiraciones de los szeklers de recuperar un estatus diferenciado dentro de Rumanía desde la reinstauración de la democracia. Esa especificidad fue abolida por Nicolae Ceausescu y no ha sido recuperada aún, por lo que el principal grito de la marcha posterior al acto político no era otro que: "¡Autonomía!". El acto y la marcha estuvieron seguidos muy de cerca por decenas de policías nacionales rumanos. Izsák, en su discurso, insistió en que esta autonomía no es incompatible con la integridad territorial que aparece explicitada en la constitución de Rumanía y que esgrimen desde Bucarest para negar una división administrativa intermedia entre el Estado y los municipios. Izsák sí acusó a las autoridades rumanas de atacar los símbolos del pueblo szekler y de no respetar los derechos y las libertades de la ciudadanía. Después del acto político y la marcha, en el Palacio de Cultura de Marosvásárhely, la capital oficiosa de Szeklerland, hubo un último acto cultural, con música y poesía tradicional szekler y el reconocimiento a personalidades e invitados. Fuera de Szeklerland y de Rumanía se registraron manifestaciones de apoyo a la causa en ciudades como Budapest, Bruselas, Londres, París, Nueva York, Los Ángeles, Cleveland, Toronto, Ottawa, Munich, Stuttgart, Zürich, Estocolmo, Helsinki y Belgrado.