Bruselas. Recep Tayyip Erdogan, el primer ministro turco, visitaba ayer por primera vez en cinco años la capital comunitaria con el objetivo de relanzar unas negociaciones de adhesión en punto muerto desde 2010. Una jornada que se vio ensombrecida por los casos de corrupción desvelados en Turquía a finales del año pasado que han llevado a la dimisión de varios ministros y a una polémica reforma del sistema judicial. De ahí que las alabanzas dirigidas a primera hora a Serbia sonaran horas después más bien a advertencias.
"Es importante no dar marcha atrás en los logros y asegurar que el poder judicial es capaz de funcionar sin discriminación o preferencia, de forma transparente e imparcial", reclamó el presidente de la UE, Herman van Rompuy, haciendo hincapié en que todo candidato a la UE debe respetar el estado de derecho y la separación de poderes.
Erdogan, que mostró su deseo de seguir avanzando en un camino que iniciaron hace casi diez años, considera que la detención de varias personas cercanas a su gobierno forma parte de un complot contra el Estado. "La judicatura no debería ir más allá de su misión y mandato definidos", declaró, y achacó a "desinformación" y "falsas declaraciones" la sugerencia de que su gobierno infringía la separación de poderes. "Nadie puede dudar de la necesidad de una separación de poderes, aunque esos poderes no deben interferir entre ellos", añadió, indicando que hubo una discusión "muy franca" con los dirigentes europeos.
Más acalorado fue el diálogo posterior con los jefes de fila de los grupos políticos en la Eurocámara. "Turquía es un Estado democrático, no ha hecho rebajas al respecto", aseguró en una comparecencia con el presidente Martin Schulz que alertó de que Turquía no está cumpliendo con una parte del trato.