bruselas. "Desde los tiempos de Tito -el arquitecto de la ex Yugoslavia comunista- no habíamos escuchado palabras tan amables sobre Serbia", aseguró ayer el primer ministro de este país de los Balcanes occidentales, Ivica Dacic, durante la comparecencia celebrada en Bruselas con motivo del lanzamiento de las negociaciones de adhesión a la Unión Europea. Un proceso lleno de obstáculos, que augura será complicado, pero que vivió ayer una jornada "simbólica" e "histórica". Tanto que el líder serbio llegó a calificar la jornada como "el momento más importante para Serbia desde el final de la Segunda Guerra Mundial". Belgrado aspira ahora a cumplir con el acervo comunitario para 2018 y convertirse en miembro de pleno derecho del club en 2020. "Hemos perdido mucho tiempo y haremos todo lo posible para que Serbia sea el próximo Estado miembro", prometió.
En rueda de prensa y acompañado de su lugarteniente, el viceprimer ministro Aleksander Vucic, el comisario de Ampliación, Steffan Fülle, y el ministro griego de Exteriores, Evangelos Venizelos, admitió que cuando asumieron el gobierno de Serbia, hace año y medio, nadie daba un duro por el proceso de adhesión. Se pusieron manos a la obra y el resultado es el conocido. Cerraron en abril del año pasado un acuerdo de normalización de relaciones con Kosovo, con mediación de la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, lo que permitió a los 28 líderes de la UE considerar cumplidas las exigencias y dar luz verde al inicio de negociaciones en la pasada cumbre europea de finales de diciembre.
Este acuerdo con el Gobierno de Pristina, admitió ayer Dacic, fue el elemento que permitió desatascar una situación que llevaba años bloqueada. Y prueba de su compromiso personal por avanzar, un dato. De los 29 viajes oficiales que habría realizado a Bruselas desde que asumiera las riendas de Serbia una veintena tuvieron como objetivo, precisamente, el diálogo con Kosovo. El trabajo, en todo caso, no ha hecho más que empezar. Aunque nadie en la Unión Europea, según insistió ayer, les ha exigido que reconozcan la independencia de Kosovo -hay cinco estados miembros que siguen sin reconocer al territorio, entre ellos España-, sí admitió que normalizar relaciones con Pristina es y seguirá siendo un capítulo crucial -el número 35 dentro de las negociaciones- y de obligado cumplimiento. "No ha sido fácil entrar en este proceso y hay quien dice que esto no es nada", pero "obviamente vamos a seguir con el diálogo. Es un ejemplo de cómo se resuelven los problemas en la región", garantizó.
Palabras, según él, que muchos en Serbia ni entenderán ni compartirán pero positivas para el país. "Es el principio de un nuevo principio. Obviamente será necesario un referéndum pero hemos hecho todo esto porque pensamos que el pueblo serbio se merece esta oportunidad", indicó sobre una adhesión que quiere sea una realidad dentro de seis años, el mismo plazo que necesitó Croacia para ingresar en el club. "Nuestros ciudadanos no estarán de acuerdo con muchas cosas que vamos a tener que hacer pero estamos listos. Miramos hacia el futuro y hoy por primera vez los ciudadanos serbios pueden ver y comprender que tenemos ante nosotros un futuro mejor", añadió Vucic poniendo el acento en la necesidad de un cambio de mentalidad que todavía existe en Serbia.
Entre los capítulos más difíciles, augura el comisario Fülle, estarán Justicia e Interior. De ahí que, y aprendiendo de los errores pasados, serán los primeros en abrirse y probablemente los últimos en cerrarse. "Estoy convencido de que podemos lograrlo, que podemos cerrar todo para 2018. Después serán ustedes quienes tendrán que determinar si están dispuestos a admitir a Serbia para 2020", advirtió Vucic sobre un país de poco más de 7 millones de habitantes, una tasa de paro que ronda el 24% y una renta per cápita entre un 60 y 70% inferior a la media de la UE.